EL YO VOLITIVO

Ya hemos hablado de la manera de crear el yo volitivo, pero falta exponer los meDios para darle fuerza y poder, los que en general, son los siguientes:

a) dominar y sublimar los deseos;

b) cargar batería psíquica

c) economizar energía

d) actuación volitiva

Los deseos son una de las principales fuentes de energía (o de descarga energética) en el sapiens. Si prestamos atención a nuestro mundo interno nos apercibiremos que el desear forma parte integrante de nuestras vidas y que el deseo actúa con una potencia y persistencia asombrosa.

Esto implica una gran cantidad de energía que se pierde, ya que esto involucra tiempo y desgaste por proyección de nuestra fuerza magnética. Sin embargo, al controlar y dirigir el deseo, se convierte en una fuente de extraordinaria potencia. Desear, no debe ser jamás para el hermetista un loco o ligero capricho, sino que un acto de inteligencia y método. Mientras un deseo no se satisface, una fuerza poderosa vibra en el sujeto, pero apenas se consiguió lo que se quería, este poder se extingue y sobreviene el vacío.

Hay personas a las cuales les ha ocurrido que persiguiendo un deseo muy intenso, por demasiado tiempo, han conseguido finalmente su realización, lo que lejos de hacerlos felices, les ha procurado un estado de profunda vaciedad, laxitud y desgano. Esto se produce al agotarse el combustible que motivaba al individuo, ya que el deseo es el móvil que nos empuja a la realización.

Ya hemos dicho, con anterioridad, que cada persona tiene la cantidad X de energía a su disposición en su vida, y que puede repartirla entre muchas cosas o concentrarla en unas pocas. Aplicando esto al tema que nos ocupa, se trata no de reprimir y frustrar los deseos, sino de permitir su existencia sólo si la razón lo considera justo y conveniente, y de materializarlos cuándo, cómo, y dónde lo disponga el yo volitivo.

También podemos aplicar a esto el principio de las “penitencias”, actuando desde un punto de vista diferente. Podemos, por ejemplo, sacrificar algo que deseamos mucho, para obtener otras cosas de mayor valor espiritual o moral. Inclusive podemos aplicar esto a los vicios, negando su satisfacción por medio de nuestra voluntad para conseguir lo que queremos. Así, la persona puede decir, por ejemplo: “no fumo para...” (lo que se quiere conseguir). Esta afirmación debe repetirla mentalmente cada vez que sienta deseos de fumar.

Uno de los deseos que es necesario reprimir para encauzar esta fuerza a fines más elevados, es el de contar a otras personas aquellas cosas que sabemos a manera de “exclusividad” o secreto, con el fin de impresionarlas, o al fin de cuentas, elevar nuestra autoestima. No se trata, de ninguna manera, de no contar nada, sino de hacerlo después de un tiempo, solamente si en verdad lo queremos así, pero no para darnos importancia. También hay que señalar que es mucho más difícil que se realicen aquellos proyectos que pasan a ser de público conocimiento que aquéllos que tratamos de mantener lo más secretos posibles.

La carga de la “batería psíquica” es nuestro tono nervioso y psicológico, el cual es producido por el magnetismo que las personas acumulan y proyectan, algunas, en muy pequeña dosis, y otras, con gran potencia. Se acumula magnetismo por la respiración consciente y por todas las prácticas de autodominio y control. Demás está decir que mientras mas “magnético” es un individuo, mayores posibilidades de triunfar en la vida tiene.

Asimismo, para el estudio que nos ocupa en este momento, el yo volitivo existe concretamente bajo la forma de un fuerte campo magnético, el cual es menester vitalizar constantemente, ya que al actuar se gasta energía.

Está demás recordar que es preciso economizar la. energía que se ha conseguido concentrar, ya que el yo volitivo necesita combustible, por estar gastando fuerza constantemente, como cualquier ser viviente.

Existe una serie de malos hábitos y conflictos que provocan un gran desgaste de energía en el ser humano. La impaciencia, los conflictos emocionales, la prisa innecesaria, la rumia mental, el sentido de culpabilidad, la ira, los lamentos innecesarios o exagerados, las frustraciones diversas, el temor, el desorden, y la flojera, roban su energía al yo volitivo. El hermetista debe establecer, a toda costa, la disciplina y el orden interno, para adecuar la conducta a los fines que se desea lograr.

En relación a lo que llamamos “actuación volitiva”, hay que tener muy clara la gran diferencia que existe entre “desear” y “querer”. El manido axioma “querer es poder”, se ha desprestigiado, no por falso o exagerado, sino porque nadie jamás ha explicado cómo hay que querer para lograr lo que se desea. Solamente Jesús enseñaba a sus discípulos que “si tenéis fe como un grano de mostaza, moveréis montañas”.

En apariencia, esto nada tendría que ver con querer, pero un análisis profundo nos mostrará que Jesús no hablaba de una fe cualquiera, ya que la fe común no basta para “mover montañas”, sino que se refería, en verdad, a la “fe hermética”, la cual consta de dos fuerzas básicas:

  1. El querer.

  2. La creencia razonada.

El querer es el poder masculino del yo volitivo, y la creencia razonada es la energía femenina de los sentimientos. Para querer inteligentemente, hay que unir la palabra querer al resto de las palabras que forman el acróstico de los magos, esto es, saber, osar, querer, y callar, con las cuales se pueden formar las siguientes combinaciones:

Saber querer

Querer saber

Osar saber

Saber osar

Saber callar

Querer osar

Querer callar

Osar querer

Osar callar

Saber saber

Querer querer

Osar osar

Para saber querer es necesario tener muy claro qué es lo que se desea conseguir, y situar este objetivo en un alto lugar de nuestra escala de valores, con el fin de tener la motivación adecuada, que es de donde se toma la fuerza para querer.

Es preciso también, practicar cuatro “mandamientos” del hermetista, que son:

  1. Amor.

  2. Esperanza.

  3. Conocimiento.

  4. Paz.

1. Amor

Por medio de él, Dios, la inteligencia suprema, nos transmite su esencia creadora. No es solamente la atracción entre los do s sexos; es una fuerza nacida del espíritu, y que va dirigida a todo aquello que es portador de la esencia divina. No existe el amor pasional, ya que éste no es amor, es sólo una fuerza posesiva egoísta que lucha por retener un instrumento de placer. Para que se nos aclare el verdadero significado del amor hay que meditar en el axioma ama y haz lo que quieras.

2. Esperanza

La esperanza es la matriz que recoge la simiente, la desarrolla y la forma.

Es la contraparte del sexo. Es el alma femenina en el hombre y masculina en la mujer. Por medio de ella concebimos y creamos. Es el doble etérico, el cual tiene un género diferente al del cuerpo físico, es decir, el doble del hombre es femenino, y el de la mujer, masculino. Allí radica la parte de mujer que tiene el hombre, y la parte masculina de la mujer, porción de la cual es necesario desprenderse, cambiando su polaridad.

3. Conocimiento

El conocimiento es para el hermetista como la brújula para el navegante, ya que la ciencia hermética es el conocimiento de las leyes de la naturaleza, y el solo hecho de conocerlas, coloca al estudiante en un sitial muy elevado con respecto al que lo ignora todo. Debemos, por lo tanto, conocer a fondo la naturaleza, y así lo dominaremos todo. Hay que meditar en el axioma que dice que “el mago reina en el cielo y gobierna en los infiernos” (gobernar en los infiernos significa tener el poder suficiente para no ser destruido por las fuerzas infernales).

4. Paz

El estudiante debe luchar para establecer la armonía entre el cerebro, corazón y sexo, y así lograr la unificación del yo superior con el alma. Ésta es la única forma de terminar con las guerras internas que se desarrollan dentro del ser humano. Cuando la voluntad del individuo autoriza o niega a su cuerpo la satisfacción de los deseos o necesidades, con plena conciencia, será rey de su cuerpo físico, y vivirá en profunda paz, y con el poder de la paz, todo será armonía y felicidad. Será el rey del universo, pues estará en armonía con las leyes de la naturaleza.

Se adquiere el poder de la paz solamente por medio de la voluntad de mantener el control imaginativo. La imaginación descontrolada e impura es la principal fuente de inquietudes y angustias. Se disfruta de paz y serenidad sólo con la imaginación controlada, pero tampoco hay paz sin amor. Es por esto que hay que vencer el egoísmo, que es la vibración opuesta al amor.

La creencia razonada

La creencia razonada aparece en virtud de la aplicación de la teoría hermética a situaciones vitales. La observación del accionar de las leyes naturales, y la comprobación práctica de la enseñanza, confieren al discípulo una creencia ciega en sí mismo y en el hermetismo, pero no por fe, sino por la certeza absoluta de comprobación lógica y material de aquello que ha aprendido en la escuela hermética.

Mente

Ya hemos señalado que el Homo sapiens carece de mente, y que sólo tiene cerebro e inteligencia. Podríamos decir que la inteligencia “cerebral” es la inteligencia inconsciente, o sea, sin juicio interno, mientras que la inteligencia “mental” se caracteriza por ser consciente. La primera es onírica, y la segunda, vigílica. Con el fin de dar una idea elemental de los materiales básicos que el sujeto posee en estado latente, para formar su mente, nos referiremos a los tres focos vitales:

  1. Cerebro: Inteligencia

  2. Corazón: Sentimiento

  3. Sexo: Instinto

Normalmente, el individuo “trabaja” con el predominio de alguno de estos centros, o con la conexión o mezcla de dos de ellos. Para los efectos herméticos, el sujeto debe aprender a “funcionar” del siguiente modo:

Ejemplo N° 1

 

1. Cerebro: inteligencia

Podemos distinguir tres posibilidades, o tres fuerzas de distinta vibración. Estas son:

a) la inteligencia de la inteligencia

b) el sentimiento de la inteligencia

e) el instinto de la inteligencia

2. Corazón: sentimiento

Existen también tres posibilidades:

a) el sentimiento del sentimiento

b) la inteligencia del sentimiento

e) el instinto del sentimiento

3. Sexo: instinto

Igual que en los casos anteriores, existen tres modalidades:

a) el instinto del instinto

b) el sentimiento del instinto

e) la inteligencia del instinto

Estas nueve posibilidades forman el número del hombre, y como el hombre es triple, podemos enunciar esto de la siguiente manera:

Hombre: 999

Bestia: 666 (el nueve invertido).

Es así como en el sapiens se manifiesta el número de la bestia de la siguiente manera:

 

Ejemplo N° 2

 

1. Cerebro: inteligencia

a) el sueño de la inteligencia (cerebro)

b) el fanatismo de la inteligencia (corazón)

e) la bestialidad de la inteligencia (sexo)

2. Corazón: sentimiento

a) el fanatismo del sentimiento (corazón)

b) el sueño del sentimiento (cerebro)

c) la bestialidad del sentimiento (instinto)

3. Sexo: instinto

a) la bestialidad del instinto (sexo)

b) el fanatismo del instinto (corazón)

c) el sueño del instinto (inteligencia)

Cuando el ser humano “piensa con el número 666”, no existe ninguna posibilidad de que llegue al conocimiento de la verdad, sin embargo, puede, perfectamente, ejecutar maravillosas obras de la inteligencia, las cuales estarán, sin embargo, desprovistas de la conciencia superior del bien y del mal, además, serán programadas, y por lo tanto, pueden ser tremendamente perjudiciales para el género humano y el individuo mismo (la gente siempre piensa que el bien trae, como consecuencia el bien, y viceversa, pero en la práctica, esto puede ser absolutamente diferente).

En el ejemplo N° 1, se procura que el estudiante llegue a un pensamiento integral, en el cual exista un perfecto equilibrio entre la inteligencia, el sentimiento y el instinto. La formación del yo volitivo, más las diferentes disciplinas que debe realizar el estudiante, lo llevan gradualmente a la formación de un esferoide magnético bipolar, el cual abarca desde la cabeza hasta el sexo, teniendo como punto céntrico la columna vertebral.

Este campo magnético existe realmente en el hermetista, y es la sede de su conciencia superior, fuerza que resiste a la disolución de la muerte, y a través de la cual, el individuo existe y piensa, aún sin un cuerpo físico. Observemos la analogía entre esto y nuestro planeta tierra.

Resumiendo los conceptos sobre lo que es mente, podemos afirmar que:

a) Mente es el yo volitivo.

b) Mente es una esfera magnética bipolar que se forma en el hermetista.

c) Mente es la “piedra filosofal”.

d) Mente es todo el cuerpo.

e) Mente es el super cerebro.

f ) Mente es la inteligencia celeste.

g) Mente es la integración de las facultades superiores que el ser humano tiene en estado latente.

El lector ingenuo se preguntará, probablemente, cómo es posible que mente sea una esfera magnética, si en el punto d), se dice que “es todo el cuerpo”. La respuesta es simple, ya que una cosa no contradice a la otra.

La mente, o super cerebro, es la que permito al hombre estelar alcanzar la verdadera sabiduría, aquélla del sujeto que “está más allá del bien y del mal”, la del hombre que alcanzó lo eterno; el semisabio, por el contrario, sólo acumula saber (conocimiento “muerto” o inconsciente el cual le sirve solamente para destacar en el mundo del sapiens, y para usar su inteligencia en metas temporales y limitadas). Cuando el profano piensa, lo hace con su cerebro; el hermetista, con la mente.

Tres objetivos básicos

Como ya lo hemos señalado, son la formación del yo volitivo, el despertar, y la digestión mental. Sobre estos puntos ya hemos hablado lo suficiente. Solamente queremos insistir en el proceso de la digestión mental, como lo más importante para “procesar” la información que adquirimos por medio del estudio.

Cuando aprendemos a efectuar de manera acabada la digestión mental, se abre un nuevo mundo a nuestros ojos asombrados, ya que descubrimos así el verdadero sentido de la información escrita u oral, la significación genuina del arte, la música, y otras formas de expresión humana. Esta capacidad de penetración que se alcanza a través de la mente, llega tan lejos, que no importa qué libro leamos, no interesa qué es lo que hagamos en un momento dado; siempre extraeremos sabias y provechosas lecciones, ya que aprenderemos a leer en el libro abierto de la Naturaleza.

Los animales, las plantas, los pájaros, y aun las piedras, nos hablarán en un lenguaje mudo, pero que entenderemos perfectamente. Además, estaremos permanentemente transformándonos, mediante el proceso de la comprensión, en seres cada vez más sabios y conscientes.

Esto nos permitirá ayudar a nuestros semejantes, pero no por medio de la caridad, la donación o la política, sino de un modo superior, enseñándoles a vivir sabiamente, enseñándoles a pensar y a decidir por sí mismos; mostrándoles la conveniencia de que tomen su vida en sus manos y se salven por su propio esfuerzo, ya que la era de los Mesías ha pasado; quien no se salva a si mismo, se condena. Solamente el individuo que llegó a formar su mente puede aquilatar la desmesurada importancia de este hecho.

Tres objetivos superiores

Hemos señalado tres objetivos superiores: desprogramación, muerte iniciática, y renacimiento. Los tres forman parte de un solo proceso, y representan diferentes grados de él. Programación es el conjunto de circuitos mecánicos o automáticos que gobiernan la parte biológica y psicológica del sapiens.

Por supuesto que no queremos interferir con las funciones biológicas a no ser que se trate de corregir alguna anomalía; sólo buscamos, la liberación psicológica del individuo, para lo cual, no obstante, es necesario reeducar la capacidad motriz.

Expondremos de manera muy general y simple lo que constituye la base del sistema de desprogramación: “se trata de sustituir circuitos automáticos por circuitos conscientes”. Se desprograma al individuo sometiéndolo a un reaprendizaje vigílico. Para comprender esto es preciso tener presente que los circuitos mecánicos se forman en el ser humano merced al aprendizaje.

Es así como en un momento dado, el niño empieza a caminar sin esfuerzo, en virtud de la automatización del circuito que se ha formado por la repetición del movimiento voluntario. Sin embargo, sostenemos que debido al bajo nivel de vigilia en que vive el sapiens, todo aprendizaje es de carácter onírico, es decir, no lleva incorporado un estado de conciencia superior, por lo cual, el aprendizaje general, es de tipo “mecánico”, y refuerza el programa del individuo, disminuyendo progresivamente su nivel consciente, y haciendo más escasas las posibilidades de despertar a una vigilia más elevada.

Paradójicamente, mientras más aprende el ser humano, “menos humano” se vuelve, ya que aumenta la potencia y extensión de sus circuitos mecánicos, acercándose cada vez más al robot.

Esto, como ya lo hemos manifestado, conduce invariablemente a la anulación de la genuina inteligencia y a la esclavitud o dependencia absoluta del programa. Consideramos que los tests de medición del coeficiente intelectual sólo determinan “cuán adiestrada está la inteligencia del sujeto”, la agilidad, coordinación y rapidez con que se produce la síntesis de la información neuronal.

Estas cualidades, recuerdan, en verdad, las características generales de un computador. Si existieran robots muy perfeccionados, y éstos pudieran diseñar y aplicarse mutuamente tests de inteligencia, seguramente obtendrían un rendimiento sobresaliente, pero medirían solamente la inteligencia mecánica. Estos autómatas, sin embargo, podrían aplicar su extraordinaria capacidad “intelectual” para realizar funciones de una manera mucho más rápida y eficaz que el sapiens.

Herméticamente, consideramos al ser humano un perfecto autómata, por lo tanto, negamos que su inteligencia corresponda genuinamente a lo que debe ser el intelecto superior de un verdadero ser humano despierto y consciente.

La desprogramación del individuo, que se consigue gradualmente por medio de un aprendizaje en estado de vigilia superior, da nacimiento a la verdadera inteligencia, la cual conduce a la adquisición del “conocimiento viviente”, en oposición al “conocimiento muerto” del sapiens.

Observaciones herméticas que se han llevado a cabo desde la más remota antigüedad, han permitido establecer que un sapiens no fallece necesariamente al separarse su espíritu del cuerpo, proceso que constituye lo usual, sino que en el caso de muchas personas, el cuerpo continúa viviendo como un verdadero “zombi” a pesar de haber emigrado el espíritu hacia una vida mejor.

Una persona puede vivir 30 ó 40 años en estas condiciones, llevando una vida aparentemente normal. Lo pavoroso es que nadie se da cuenta de esto; nadie sabe que está saludando, conversando, o conviviendo, con un auténtico “cadáver viviente”. Desde el punto de vista hermético, un cadáver no es aquel cuerpo físico en el que se paralizó la vida biológica, sino que es el cuerpo que carece de espíritu, ya que éste (el espíritu) es el sujeto mismo, es el verdadero yo, es el individuo real tras “la persona”.

Si no pueden reconocer un cadáver, no parece, por lo tanto, de ninguna manera extraño, que la gente no advierta que ellos mismos y sus semejantes “no piensan verdaderamente”, sino que “algo piensa por ellos”, y que esto, que constituye el motor de sus ideas, se convierte también en el timón y brújula de su existencia. Ya sabemos que “esto que piensa” es el computador central de la especie, del cual se libera el individuo cuando consigue desprogramarse.

Volviendo a las eternas paradojas, consideremos la enorme contradicción que representa el hecho de que la preparación profesional del sujeto lo limite intelectualmente en vez e ampliar el ámbito de su inteligencia; sólo extiende su programa cultural, técnico o profesional.

No existe el sujeto lo suficientemente preparado para sustraerse, en la Universidad, a la sugestión que resulta del prestigio y la autoridad de los maestros, avalados por la imponente imagen de la Universidad. Es así como el alumno acepta ciegamente todo lo que se le enseña, e imita las pautas de conducta de los instructores de mayor prestigio.

Algo absolutamente diferente ocurre en cambio con los autodidactas, quienes están por lo general, en un nivel intelectual puro superior al de los egresados de la Universidad, ya que su programación es más débil. Desde el punto de vista hermético, siempre debiéramos preferir el conocimiento autodidacta al saber conseguido por la imposición de los maestros, por lo menos mientras no se modifiquen los actuales sistemas educacionales.

Refiriéndonos nuevamente a la desprogramación, debemos señalar que existe una etapa que puede recorrer el discípulo por su cuenta, y otra más avanzada y rápida, que solamente puede ponerse en práctica con la ayuda de un maestro o instructor. La parte del discípulo se refiere básicamente a la reeducación motriz, procurando darle conciencia a los movimientos.

Esto se practica en períodos de diez minutos, repitiéndolo cuantas veces al día se desee. Es preciso moverse lentamente, pensando y sintiendo cada uno de los movimientos que se están haciendo. Al hablar de moverse lentamente debemos entenderlo como “un poco más lento que lo habitual”.

Esto significa practicar una deliberación motriz. Esto tiene como consecuencia inmediata elevar el nivel consciente, y situar al estudiante en el “momento presente”. Es preciso reflexionar en el hecho de que no existe nada que procure una sensación más fuerte de existir que el hecho de moverse dentro de un espacio. Hay que caminar conscientemente, mover las manos y brazos, la cabeza, el tronco, los ojos, pensando, y sintiendo.

Junto con este ejercicio hay que meditar todos los días en la diferencia que existe entre Yo y “Fulano de tal”. Es decir, el señor XX debe pensar que él no es XX, y mirar a XX sólo como un títere o vehículo del Yo. Hay que observar cómo XX tiene sentimientos, ideas, impulsos, temores, que en realidad “no son míos”, sino que de hecho, son absolutamente ajenos a yo mismo. Esta práctica se debe perfeccionar hasta que existan dos seres absolutamente separados, con límites perfectamente determinados, hasta que el practicante pueda decir con entera propiedad: Yo no soy XX, y estar absolutamente convencido de esto.

Otra disciplina que puede practicar el estudiante, consiste en controlar los cinco sentidos hasta ver o anular la visión a voluntad, oír o no oír, y así sucesivamente, poniendo a los sentidos bajo el control de la voluntad. Este ejercicio es de una extraordinaria importancia, pero no hablaremos sobre sus beneficios, ya que es nuestra intención que conozca el secreto sólo quien practique asiduamente.

En lo que se relaciona con la parte que se debe realizar con la ayuda de un maestro, solamente diremos que este instructor puede anular progresivamente los circuitos del discípulo para que éste trascienda lo mecánico, pero que es una tarea muy larga y delicada, la cual solamente debe conocer quien llegue a dicha experiencia.

Es mediante la culminación de esta etapa, que se produce la “muerte iniciática”, que es la disolución de “la personalidad” (en sentido hermético, es sinónimo de programa) y mediante la cual el discípulo deja realmente de existir, psicológicamente hablando, para subsistir durante el tiempo que demora su renacimiento, con circuitos básicos muy elementales, los cuales no obstaculizan así su evolución.

Después de su renacimiento se le llamará el “dos veces nacido”, y de esta manera podemos entender el simbolismo esotérico del nacimiento de Jesús, ya que se dice que su madre era virgen. En propiedad, podemos decir, que el renacido “no es hijo de mujer”.

Una vez que se ha producido el renacimiento hermético, el individuo empieza a vivir una existencia absolutamente nueva, como es la del sujeto que se ha desprogramado y liberado del computador central de la especie. Por primera vez posee una genuina autodeterminación y autonomía; su pensamiento le pertenece a él mismo; su inteligencia se ha elevado a un nivel superior, y se ha liberado de la influencia onírico-cósmica.

Asimismo, se ha limpiado su alma, volviendo a ser tan inocente y puro como un niño. Éste, y no otro, es el verdadero cielo, el cual se encuentra dentro del individuo. Dios, quien se supone que debe estar en el cielo, y a cuyo regazo se piensa que llegará el creyente que lo merezca, es, en verdad, el yo superior o chispa divina, ante cuya luminosidad el sujeto se siente intimidado a la vez que transportado a una condición de suprema paz y amor. Los ángeles en su coro luminoso elevan loas en honor de quien murió en el mundo de la bestia para renacer en el mundo de los hombres. Se ha terminado un ciclo para comenzar otro: la ascensión de hombre a semiDios.

Tres objetivos supremos

Hemos señalado tres objetivos supremos: evolución, convertirse en hombre estelar, y trascender el Maya.

Evolución, como ya lo sabemos, significa el crecimiento de nuestra esencia espiritual, liberándolo de la tiranía de la bestia. Nuestro espíritu debe crecer en “cantidad” y “calidad”. Representaremos esquemáticamente, de la forma más simple, un proceso evolutivo cumplido en un tiempo X.

En el número 1, la esencia espiritual está representada por el pequeño punto oscuro al centro, y el círculo

Queremos señalar aquí, una profunda diferencia entre el camino occidental del hermetismo y las metas perseguidas por el Yoga, donde se pretende que el individuo “se funda en el Nirvana”, es decir, se reintegre al huevo cósmico. En rigor, podríamos llamar al Yoga, el camino del huevo, y al hermetismo, el camino del espermatozoide. El yogui, por medio de un esfuerzo enorme, llega a la disolución de su individualidad esencial, la cual se ha demorado tanto en formar.

Es así come no reencarna nunca más, y se une al huevo cósmico, esperando una nueva oleada de vida. Cabe preguntarse ¿qué pasa cuando esa nueva oleada de vida llega, después de eternidades de tiempo? Nada es eterno y el liberado de la reencarnación despierta de su sueño eterno, y se ve obligado a reencarnar, y todo comienza nuevamente.

El camino hermético, es, por el contrario, la evolución consciente de la individualidad espiritual. Se trata, en el fondo, de hacer crecer indefinidamente la esencia espiritual del sujeto, para que éste, conservando siempre la conciencia de su propia identidad, evolucione hasta que el cuerpo humano, tal como lo conocemos, no le resulte suficiente para dar cabida a su enorme poder espiritual, momento en el cual prosigue su evolución en cuerpos celestes, tales como el planeta tierra u otros.

Resulta completamente imposible concebir la vida de uno de estos seres, y el imaginar cómo piensan, hablan, sienten, y se mueven. De todos modos, resulta útil observar que una esfera celeste posee un cuerpo básicamente igual al de los dibujos uno y dos, correspondiendo la esencia al núcleo, y el resto, al cuerpo físico. De igual modo, podemos conjeturar la importante diferencia que puede existir, por ejemplo, entre el sol y un planeta del sistema.

Volvamos, a continuación, con lo que significa convertirse en hombre estelar.

Para tener claro qué es un hombre estelar, debemos decir que es un sujeto que fue un sapiens en un pasado cercano o remoto. Por medio de su propio esfuerzo, logró provocar en sí mismo una mutación genética y funcional-psicológica, lo cual estableció la base para su tránsito al otro extremo del espectro evolutivo, uno de cuyos polos está representado en el homo sapiens y el otro, en el hombre estelar, nombre dado a hermetistas que han llegado a un alto nivel de conciencia.

Un hombre estelar no es necesariamente un maestro hermético de sabiduría, ya que aquélla es una difícil especialización; sólo es un hombre que habiendo trascendido su condición de “terráqueo” está apto para continuar el estudio de los grandes arcanos del Universo y elegir su destino futuro.

Hay muchos “maestros” que han realizado grandes cosas, y que poseen muchos conocimientos, pero que no son hombres estelares. Por el contrario, cuando un hombre estelar llegue a la maestría hermética, será siempre un “maestro de maestros”.

Con respecto a la especialización que puede seguir el hermetista en lo avanzado de su camino, mencionaremos solamente dos de las más importantes, siguiendo el argumento de “Zanoni”. Nos referirnos, precisamente, al camino de Zanoni y al camino de Mejnour. El camino de Zanoni es el de la alta política; el de aquellos líderes que marchan a la cabeza de la historia de la humanidad; mejor dicho, son los creadores de la historia y conductores de la civilización.

El camino de Mejnour es el del maestro de sabiduría, que es el más conocido. Sin embargo, debemos decir que estos individuos son los más escasos, y que hay poquísimos en el mundo, ya que lo extremadamente difícil de su tarea hace que muy pocos tengan la fortaleza espiritual necesaria para elegir esta senda. Aunque la gente crédula vea maestros por todas partes, éstos son muy raros y están más ocultos de lo que se piensa. Los que se muestran, lo hacen sólo persiguiendo el objetivo iniciático.

Algunos de estos maestros, no todos ciertamente, llegan a trascender el Maya, o principio ilusorio universal. Esto significa que viven por sobre “la apariencia disfrazada de realidad”, y que los acontecimientos más significativos para la raza humana, no pasan de ser, para ellos, “el flujo y reflujo del Maya”, mera ilusión que se forma sólo para destruirse y re-formarse infinita y repetidamente, tal como la marea que fluctúa incesantemente, repitiéndose siempre el mismo ciclo, con un cambio apenas infinitesimal. Con la calma suprema de la realidad absoluta, contemplan imperturbables el “circo” de la vida humana, tal como lo hacía Mejnour en la novela de Bulwer Lytton.

Cabe aquí meditar en la controversia producida entre dos “mitológicos” maestros, Cagliostro, y el conde de Saint Germain. Cagliostro, como todos lo saben, fue uno de los impulsores de la revolución francesa, y el célebre episodio del collar de María Antonieta fue directamente provocado por Cagliostro a través de Madame de La Motte, para desencadenar el proceso revolucionario.

El conde de Saint Germain, por el contrario, era partidario de mantener la realeza, y creía que la revolución sobraba. No es esto lo que nos interesa, sino la postura filosófica de cada uno: Cagliostro sostenía que la revolución provocaría un extraordinario avance evolutivo en el mundo; Saint Germain afirmaba que no existía ninguna prisa en la evolución de la muchedumbre humana, y que daba lo mismo que avanzara lenta o rápidamente, ya que la evolución siempre transcurre en círculos, es decir, se cierra un ciclo para comenzar otro.

Para comprender lo que significa trascender el Maya, debemos recordar lo que hemos dicho al tratar el principio del mentalismo:

“El Universo es mental; la única realidad esencial es mente; el Universo es una creación mental y vivimos en la mente de Dios”...

“El todo es infinito, eterno, inmutable e incognoscible; todo aquello que es finito, mudable y transformable, no puede ser el todo, y como nada existe fuera de él, todo lo finito debe ser nada realmente”.

Trascender el Maya significa entonces ser plena y totalmente consciente de lo ilusorio de todo lo finito, mudable, y transformable y haber logrado proyectar la conciencia hacia lo infinito, inmutable y eterno, es decir, Dios.

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