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	 por
    Iker Jiménez
    y
    Francisco 
	Contreras,
 
	
    publicado en la Revista "ENIGMAS DEL HOMBRE Y DEL 
	UNIVERSO "  
	
    Octubre 1998 
	
     
      
    
    
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    Introducción 
    
    Un museo al aire libre 
    
    Manos a la obra 
    
    La atención puesta en la Gran 
	Pirámide 
    
    Las profecías de Edgar Cayce 
    
    Dentro de las Gran Pirámide 
    
    ¿Qué están haciendo dentro?
	  
    
    La oportunidad perdida 
    
    ¡Los bloque de piedra de las Pirámides 
	Egipcias son artificiales! 
    
    Ginecología avanzada en el Antiguo 
	Egipto   
		
    	
    	    
    
    	
    
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    INTRODUCCIÓN 
    A lo largo de las riberas del Nilo la cultura faraónica despierta lentamente 
	de su letargo milenario. Metro a metro, piedra a piedra, los egiptólogos 
	limpian el desierto buscando las claves de tan increíble cultura. A los 
	terremotos y a los ciclos climáticos hay que sumar la acción devastadora del 
	propio ser humano que, o bien utilizó los monumentos como cantera artificial 
	para nuevas construcciones o se limitó a destruirlos porque atentaban contra 
	su orgullo. Es el gran reto de la egiptología: rescatar, conservar, 
	descifrar y dar solución a tantas preguntas pendientes de respuesta. Y 
	cuando los trabajos de restauración se realizan, además, en el monumento más 
	enigmático erigido sobre la superficie de nuestro planeta, la Gran 
	Pirámide, la atención se vuelve hacia la reja que guarda su entrada, 
	cerrada con dos candados y tras la que se adivinan herramientas y manos 
	capaces de trabajar a pocos centímetros de la cuna de los misterios.
 
 Tras algunos intentos individuales, fueron los sabios y científicos que 
	acompañaron a Napoleón los que aprovecharon su estancia en Egipto para 
	iniciar un inventario de obras de arte y de monumentos que aún hoy no ha 
	concluido. Desde entonces, en apenas 200 años, los egiptólogos han intentado 
	rescatar lo que el tiempo ha tardado milenios en ocultar.
 
 Egipto al completo es una enorme zona arqueológica donde los amasijos de 
	escombros delatan todo tipo de prospecciones. Antes que los arqueólogos, los 
	saqueadores de todas las épocas, particulares o institucionalizadas, se 
	hicieron con cuanto objeto de valor pudiera encontrarse en templos, 
	pirámides y tumbas. Ni siquiera las momias de sus artesanos fueron 
	respetadas. Pequeños trozos de hueso se mezclan ahora sobre la arena con 
	trozos de cerámica imposibles de reconstruir, ya que han sido cientos de 
	veces las que cientos de personas han rebuscado en los mismos sitios, ávidos 
	de algún tipo de riqueza. La mayor parte de los habitantes del antiguo 
	Egipto seguirán siendo tan desconocidos como anónimas quedarán sus ofrendas 
	a unos dioses prácticamente olvidados.
 
 Miles de años de cultura se esparcen arbitrariamente sobre kilómetros de 
	superficie. Lo que un día fue un modelo de organización hoy sólo puede 
	adivinarse por las ciclópeas construcciones que emergen a lo largo del Nilo. 
	Columnas y sillares reclaman su lugar en la Historia ocupando el sitio para 
	el que fueron concebidos. Templos que se alzan carentes de todo ornamento, 
	siendo la única decoración que ofrecen unos relieves y unos jeroglíficos 
	que, lejos de aportar soluciones, realzan aún más la idea que tenemos de 
	enfrentarnos a una cultura que tuvo contacto con los propios dioses. Dioses 
	que aparecen esculpidos con su falso atuendo de inmortalidad, reflejo de un 
	esplendor pasado, lejanos en el tiempo pero a la vez cercanos, ya que 
	enseñaron cosas tan nuestras como la escritura, la construcción, la 
	medicina, la astronomía o la magia... secuelas que siguen presentes en 
	nuestra propia civilización. Flecos de la sabiduría egipcia calaron en los 
	griegos y de su mano comenzamos a deambular por los caminos de la ciencia. 
	Mirar el Antiguo Egipto es contemplarnos un poco a nosotros mismos, un 
	pasado imprescindible para entender nuestro propio futuro.
 
  
     
      
      
    UN MUSEO AL AIRE LIBRE
 
 La arqueología asegura que el complejo de Saquara sólo en un 
	veinte por ciento y otras zonas siguen idéntica suerte. Es tal la cantidad 
	de ruinas arqueológicas pendientes de rehabilitación en Egipto, que las 
	autoridades se enfrentan más con el problema de la conservación que con la 
	búsqueda de nuevos hallazgos. Sólo hay que contemplar las fotos de principio 
	de siglo para tener una idea exacta de la enorme labor desarrollada por la 
	Organización de Monumentos Egipcios. Pocos viajeros actuales que visiten el 
	templo de Karnac saben hace sólo unas decenas de años que su 
	famosa sala hipóstila estuvo completamente derrumbada. Templos como el de
    Kom Ombo o el Rameseum eran asimismo un informe 
	montón de piedras.
 
      
    Otras inmensas construcciones, en cambio, quedaron 
	totalmente cubiertas por la arena pudiendo hoy comprobar cómo en Esna, 
	en Edfú o en Déndera los monumentos quedan por 
	debajo de la línea horizontal sobre la que se asienta el pueblo que los 
	rodea. Ello, en un principio fue una suerte, ya que son templos que se han 
	conservado en perfectas condiciones al permanecer enterrados durante siglos. 
	Sin embargo, surgen dudas de cuántos otros templos y edificios permanecen no 
	sólo sepultados bajo las arenas del desierto, sino bajo las casas de pueblos 
	que viven hoy su particular bullicio cotidiano. La actual Memphis, 
	sin ir más lejos, se asienta exactamente sobre la antigua ciudad, capital 
	del Imperio Antiguo. Y todas las casas del pueblo tebano de Quma 
    cuentan en el sótano con su particular tumba del Imperio Nuevo. 
 La civilización de los faraones es la cultura que más restos arquitectónicos 
	ha dejado, convirtiendo a Egipto en un enorme museo al aire libre, con todos 
	los cuidados que ello conlleva. El desierto proporciona un ambiente hostil 
	en el que la arena azota sin cesar cualquier construcción, deslizándose 
	entre sus rendijas hasta cubrirla por completo. Se tienen noticias de que la 
	propia Esfinge, en la meseta de Giza, quedó ya enterrada en 
	tiempos de Tutmosis IV. El faraón se quedó dormido y en sueños 
	escuchó los deseos de la Esfinge de quedar liberada de la tierra que la 
	cubría a cambio de convertirle en rey. El joven Tutmosis aceptó tal petición 
	y tras dejarla al descubierto reinó como faraón.
 
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    MANOS A LA OBRA
 
 Las tropas de Napoleón a las ordenes de sus científicos, fueron las 
	encargadas de liberar a la Gran Pirámide de la montaña de escombros que se 
	amontonaban en sus laderas. En este caso la arena no sólo procedía del 
	desierto sino que el monumento había sido utilizado como cantera artificial 
	por los mamelucos que utilizaron sus bloques para construir el moderno 
	Cairo, destruido a causa de los terremotos. La pirámide pudo ser entonces 
	medida por primera vez en la era moderna y los resultados proporcionaron los 
	primeros datos científicos de su increíble geometría. Desde entonces se 
	inició en todo el país una carrera para salvar los monumentos.
 
      
    En 200 años 
	se han sacado a la luz ciudades completas. A la acción del tiempo y del 
	deterioro natural se han sumado otras cuestiones que han puesto en peligro 
	los monumentos como la construcción de la nueva presa de Aswán, 
	que con su espectacular trazado elevó el nivel de las aguas hasta cotas que 
	sumergirían gran número de edificios. El gobierno egipcio tuvo que afrontar 
	la empresa "faraónica" de transportar templos completos a lugares que se 
	encontraran a salvo de tal catástrofe. Los templos de Ramsés II 
    y de Nefertari en Abu Simbel, o el templo 
	de Isis de la isla de Philae fueron trasladados piedra 
	a piedra. El templo de Debod, situado ahora en el Parque del 
	Oeste de Madrid, también procede de la antigua Nubia y fue rescatado de su 
	inundación inminente. 
 La conservación de monumentos en Egipto está hoy en su apogeo. En los 
	últimos cinco años he sido testigo de toda una serie de trabajos encaminados 
	a dotar a las zonas arqueológicas de una infraestructura contra el deterioro 
	que el tiempo impone. Toda la base sobre la que se sustentaba la segunda 
	sala hipóstila del templo de Luxor se ha cambiado. Sólo hace un año que se 
	ha abierto la pirámide roja de Dashur, la pirámide de 
    Hetepheres en Giza o el templo de Sahure en Abusyr.
 
      
    
    El Valle de los Reyes cuenta con un nuevo acceso y nuevos 
	servicios. Se han restaurado tumbas como la de Nefertari en el 
	Valle de las Reinas. Y siguen los trabajos en prácticamente todas las zonas 
	arqueológicas de Egipto. Hace un par de meses se concluyeron las obras de 
	rehabilitación de la gran Esfinge de Giza, tras varios años de trabajo. Y se 
	han abierto nuevos museos como el Museo Nubio de Aswán. 
 Por lo tanto, dentro de ese proyecto general de salvar los monumentos de 
	Egipto, no debería extrañarnos el que ahora le toque su turno a la Gran 
	Pirámide. Sin embargo, no es así, ya que ha despertado la atención y las 
	sospechas de muchos.
 
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    LA ATENCIÓN PUESTA EN LA GRAN PIRÁMIDE
 
 El día 1 de abril de este año se cerró la pirámide al público. El Dr Zahi 
	Hawass, director de la meseta de Giza, comunicaba en rueda de prensa el 
	propósito de las autoridades arqueológicas egipcias de acometer las obras 
	necesarias para dotar al monumento de una infraestructura capaz de soportar 
	el paso del tiempo y, sobre todo, de los millones de turistas que la 
	visitan. Con ello se culminaría un proyecto global de rehabilitación de la 
	meseta. Tras los trabajos realizados en el interior de las pirámides de
    Micerinos y de Kefrén, que estuvieron cerradas 
	durante casi un año, ahora se empezaría con la Gran Pirámide, 
	en trabajos que se prolongarían durante ocho meses.
 
 Tal noticia fue acogida con alarma en todo el mundo por algunos 
    seudo-especialistas y no faltaron las portadas en publicaciones 
	sensacionalistas que presuponían tal acción como tapadera de asuntos más 
	complejos. Evidentemente la Gran Pirámide merece una atención especial. 
	Particularmente expreso mi creencia de que el monumento es anterior a la 
	propia cultura egipcia y que su interior aún guarda cámaras y secretos 
	insospechados. El cierre durante tantos meses podría alentar las sospechas 
	de trabajos encubiertos a la luz pública. Sería una ocasión única para 
	sondear todas las teorías y documentación propuestas sobre corredores y 
	cámaras aún sin descubrir. Y más aún cuando estamos en la época en que se 
	profetizaron grandes descubrimientos en la meseta de Giza.
 
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    LAS PROFECÍAS DE EDGAR CAYCE
 
 Edgar Cayce nació cerca de Hopkinsville (Kentucky, EEUU) en 1877. 
	Siendo aún joven ya era capaz, por voluntad propia, de entrar en un estado 
	hipnótico semejante al sueño, método que empleó para diagnosticar 
	enfermedades y recetar remedios a los que lo solicitaban. Cayce no recordaba 
	nunca nada de lo que decía en sus trances y su obra fue recopilada tomando 
	al dictado sus visiones. Su libro Misterios de la Atlántida recoge cerca de 
	700 "lecturas parapsicológicas" que fueron recogidas a lo largo de veintiún 
	años. Tal relato empieza por la llegada de la Humanidad a la Tierra hace 
	unos diez millones de años y termina con el hundimiento de la Atlántida 
	hacia el año 10.000 a. de C.
 
 Los relatos sobre la Atlántida y Egipto aparecen entretejidos 
	en las lecturas de Cayce. Habló repetidamente de Egipto como de uno de los 
	destinos principales de los atlantes en su huida. En los textos aparecen 
	diversas alusiones e indicaciones de que Egipto había sido un lugar de 
	depósito de registros históricos de la Atlántida. También hablan repetidas 
	veces de tumbas y pirámides "que todavía no se han descubierto" en la nación 
	africana. Lo extraordinario de Cayce es haber acertado con datos que sólo 
	recientemente se han sabido.
 
      
    Cayce remonta la cultura egipcia hasta darle 
	una antigüedad de 12.500 años, situándola hacia el 10.500 a. de C., la misma 
	fecha que Robert Bauval y Adrian Gilbert (El Misterio de 
	0rión; El Guardián del Génesis) calculan como fecha de erección de las 
	pirámides de Giza. Exactamente la misma que la calculada por el egiptólogo
    John Anthony West, por el profesor de Geología de la Universidad de 
	Boston, Dr Robert Schoch, y por el Jefe de Sismografía de Houston, 
    Thomas Dobecki, según los análisis efectuados en la Esfinge. Las 
	lecturas de Edgar Cayce sitúan puntualmente los lugares donde los atlantes 
	colocaron su particular conocimiento: 
    
    "...Hubo indicios y profecías de 
	que la Atlántida se iba a disgregar, y Egipto fue elegido como uno de los 
	lugares donde se debían depositar los registros de aquella actividad... Para 
	los atlantes, una preocupación de primer orden en su emigración a Egipto fue 
	la conservación de los registros históricos y su depósito seguro tanto en la 
	llanura de Gizeh como en otros lugares...la Entidad era uno de aquellos que 
	fueron enterrados en la tumba, en una de aquellas que todavía no se han 
	descubierto; pero está frente a la Esfínge, y es el más próximo de los 
	enterramientos en aquel montículo... Pues las pirámides posteriores, las que 
	no se han descubierto todavía están entre la Esfinge (o el Misterio) y el 
	Nilo... la Entidad era uno de aquellos que participaron en la construcción 
	de algunos de aquellos edificios que todavía existen y en la preparación de 
	la que todavía no se ha descubierto..."  
    En otras lecturas se habla más 
	concretamente de cámaras, pirámides y túneles subterráneos bajo las patas de 
	la Esfinge, y frente a ella.  
    
    "Estos hallazgos se pueden 
	encontrar en la base del antebrazo o pata izquierda de la bestia tumbada; en 
	la base de los cimientos. No en el canal subterráneo (que fue abierto por el 
	monarca muchos años, siglos, después), sino en la verdadera base. Existe una 
	cámara o pasadizo desde la pata delantera derecha hasta esta entrada de la 
	cámara de los registros...". 
    No sólo la Esfinge, sino que 
	también la Gran Pirámide es mencionada por Edgar Cayce  
    
    " .. . ¿Qué función cumplió la 
	Entidad en relación con la construcción de la Esfínge? Cuando los monumentos 
	se estaban construyendo en la llanura de lo que ahora se llama la Pirámide 
	de Gizeh, esta Entidad construyó y preparó los cimientos; es decir, los 
	dirigió, calculó su situación geométrica en relación con los edificios que 
	se erigieron comunicados con la Esfinge. Y los datos relacionados con ellos 
	pueden encontrarse en las cámaras de la base de la Esfinge...".  
    Entre los años 1957 y 1988 la 
	Association for for Research and Enlightenment, Inc. -ARE- (Asociación para 
	la Investigación y la Iluminación), patrocinó diversos proyectos encaminados 
	a la comprobación real de las salas ocultas propuestas por Cayce, contando 
	para tal fin con organismos tan reconocidos como la Universidad de Ain 
	Shams del Cairo o el Instituto de Investigaciones de Stanford, 
	SRI. Las prospecciones y sondeos han dado como resultado la localización 
	de vacíos en el terreno, en los mismos lugares referidos por el vidente. 
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    DENTRO DE LA GRAN PIRÁMIDE
 
 "Está sordo, está sordo!" - le decía al inspector de la meseta de Giza
    mientras perseguíamos a Francisco Contreras por el Canal 
	Ascendente de la Gran Pirámide gritando que tal acceso estaba prohibido. 
	Efectivamente, el permiso conseguido sólo nos autorizaba a visitar el 
    pasaje de Al Mamún, la primera parte del recorrido por el interior 
	del monumento. Cuando conseguimos atraparle en la Gran Galería, intenté que 
	el arqueólogo se tranquilizase sumándome a su enfado y a sus recriminaciones 
	mientras que Iker Jiménez, casi de puntillas, penetraba a través de 
	la Cámara de los Rastrillos hasta la Cámara del Rey.
 
      
    Nueva persecución, 
	nuevos gritos, nuevos guiños de complicidad y nuevas explicaciones "¡Es que 
	no saben inglés y no se enteran!"- El inspector nos empujaba hacia abajo, 
	hacia la salida, controlando cada paso de Iker y de Fran y fue cuando me 
	metí por el Canal Horizontal hasta la Cámara de la Reina. Cuándo salí 
	encontré al vigilante lívido -"pero bueno, ¿por dónde está la salida? Porque 
	por ahí no es"-. Su dedo indicó el Canal Descendente mientras que en su 
	rostro se adivinaba su impresión de que yo era un idiota y no sabía 
	encontrar el camino de salida.
 Siete minutos, sólo siete minutos, estuvimos en el interior de la Gran 
	Pirámide. Cuando salimos al exterior ya habíamos cambiado los 
	carretes de la cámara por temor a que fuesen requisados por la policía. La 
	frase No photo, please, it's forbidden había sido repetida más de 
	cien veces por el inspector, aunque entre los tres disparamos más de cien 
	veces nuestras cámaras. Pero el grupo que nos acompañaba y esperaba frente a 
	la pirámide, al tanto de nuestro propósito, había entretenido a unos 
	policías más interesados en la calidez humana que en la frialdad del 
	monumento. Y sin mostrar la alegría que sentíamos, descendimos la 
	meseta de Giza dejando atrás la pirámide con sus enigmas, los 
	policías con sus sonrisas y un aturdido inspector de arqueología que, 
	seguro, pensaba que estábamos locos.
 
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    ¿QUÉ ESTÁN HACIENDO 
	DENTRO? 
 Justo detrás de la verja que guarda su entrada, Iker y yo 
    nos miramos cuando descubrimos un martillo neumático, marca Hilti, 
	junto a sacos que contenían escombros de recientes perforaciones. En ese 
	momento las evidencias indicaban que el simple lavado de cara del interior 
	de la Gran Pirámide propuesto por Hawass podría convertirse en algo 
	más.
 
 El suelo estaba también salpicado por gran número de bolas de algodón cuyo 
	empleo ya había visto en otras zonas arqueológicas. Como ocurre asimismo en 
	España y en otros países, ciertos visitantes colocan su nombre con rotulador 
	en las paredes de los monumentos y en árabe o en castellano la gamberrada 
	sigue siendo la misma. Los algodones, untados de un producto llamado 
    Magic Cleaner (solución de sal natural), son empleados para eliminar la 
	tinta de la piedra.
 
 Los algodones de la pirámide eran lógicos, pero, ¿la taladradora... y 
	los sacos de cemento....?
 
 Más familiarizado con el interior de la Gran Pirámide que mis compañeros de 
	aventura, fui recorriendo los lugares donde, a lo largo de los últimos años 
	se han situado los accesos a las posibles cámaras ocultas. Si los egipcios 
	estaban aprovechando el momento para buscar esas posibles estancias ¿cuál o 
	cuáles de tantas teorías estaban siguiendo?
 
 Los informes de Jean Kerysel, sobre una sala junto a la Cámara del 
	caos y un pasaje bajo el Canal Ascendente, no tuvieron eco en los 
	arqueólogos egipcios pues tales cavidades, descubiertas por técnicas 
	gravimétricas, no estaban siendo inspeccionadas.
 
 Las teorías de los arquitectos franceses Guilles Dorrnion y Jean 
	Patrice Goidin tampoco, ya que la Gran Galería paralela que descubrieron 
	y su cámara situada a la derecha de la Cámara de la Reina tampoco está 
	siendo inspeccionada. Los documentos aportados por los científicos de la 
    Universidad de Waseda, sobre un canal aledaño al pasaje 
	horizontal y otras estancias junto a la Cámara del Rey, tampoco han merecido 
	el interés de los arqueólogos ya que sus accesos permanecen cerrados sin la 
	más mínima prueba de su búsqueda.
 
      
    Se ha prescindido de los nuevos robots 
	ofrecidos por el ingeniero Rudolf Gantenbrink para investigar lo que 
	pudiera existir tras la "puerta" encontrada al fondo del canal de 
	ventilación. Ni que decir tiene que las cámaras propuestas por mí mismo no 
	han merecido mayor crédito que las mencionadas por los investigadores 
	anteriores y la cámara mortuoria de Keops, que sitúo tras los tapones 
	de granito; y la Cámara del Orden, que presumo por encima de las Cámaras de 
	Descarga seguirán estando allí intactas algunos milenios más. 
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    LA OPORTUNIDAD PERDIDA
 
 Todo en el interior de la Gran Pirámide obedece a un típico plan de 
	restauración, avalado por la conversación que mantuve con el Dr. Hawass, 
	Director de la meseta de Giza. Le informé sobre nuestra visita dentro de la 
	Gran Pirámide y le solicité datos sobre lo que habíamos visto. En primer 
	lugar, me comentó que los canales de ventilación de la Cámara del Rey 
	estaban siendo limpiados de la sal que cubría sus paredes. Los extractores 
	han sido también cambiados por otros más potentes. Los sacos de cemento 
	expansivo se utilizarían para rellenar las fallas del edificio, producto de 
	los terremotos, grietas que se sitúan en el Canal Descendente, en el techo 
	de la Gran Galería y en la Cámara del Rey.
 
      
    La perforadora está siendo 
	utilizada para agrandar el túnel de Al-Mamún y favorecer el 
	tránsito de turistas. También para cambiar por nuevos algunos bloques de los 
	pasamanos de la Gran Galería bastante deteriorados. Se va a dotar a todo el 
	monumento de una nueva instalación eléctrica y cámaras de televisión 
	conectadas a monitores, así como de ventilación a la Cámara de la Reina y a 
	la Cámara del Caos.   
    También se está procediendo a 
	una limpieza a fondo del pozo que une la Gran Galería con el canal 
	descendente, y en las Cámaras de Descarga se están retirando todos los 
	excrementos de murciélago acumulados durante los últimos decenios, 
	responsables del mal olor en el edificio. Es decir, un trabajo 
	arqueológicamente correcto que será concluido e inaugurado el 1 de enero de 
	1999. La Gran Pirámide se vestirá interiormente con un traje nuevo para 
	recibir al próximo milenio engalanada con los mismos misterios de siempre, 
	con las mismas preguntas sin respuesta, guardando en sus entrañas sus más 
	profundos secretos.  
      
    Nuestra visita al interior del monumento no corrobora 
	las sospechas de que están haciendo prospecciones aprovechando la intimidad 
	de las obras de restauración, sino que constatamos justo todo lo contrario, 
	que no están haciendo nada encaminado a nuevos descubrimientos. Por lo 
	visto la arqueología, carente nuevamente de imaginación, se muestra 
	capacitada para dictaminar que lo propuesto por numerosos especialistas que 
	han aplicado métodos científicos de prospección no destructiva, como el 
	empleo de la microgravimetría y las ondas 
	electromagnéticas, no tiene valor alguno.  
      
    Aunque es posible que 
	ello sólo sea producto del miedo, del terror que pueda producirles el 
	desestabilizar sus dogmas y la obligación que tendrían de volver a 
	escribir la Historia. La Historia mal entendida de un monumento mal 
	clasificado. 
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    ¡LOS BLOQUES DE PIEDRA DE LAS PIRÁMIDES EGIPCIAS SON ARTIFICIALES!
 
 Las explicaciones ortodoxas sobre la construcción de las pirámides egipcias, 
	especialmente la atribuida al faraón Keops, no tienen 
	actualmente ninguna consistencia. Estudios e investigaciones posteriores, 
	silenciados por los arqueólogos más conservadores y tradicionales, llegan 
	además a conclusiones realmente sorprendentes: los antiguos egipcios 
	conocían una técnica que les permitía "fabricar" piedras artificiales. 
	Piedras que hoy podemos ver milimétricamente integradas entre sí en las 
	grandes construcciones faraónicas.
 
 Para muchos el asunto no ofrece la menor duda: el faraón Keops reinó durante 
	23 años, veinte de los cuales los dedicó a la construcción del mayor 
	monumento que el hombre jamás haya erigido.
 
 Tal idea proviene de lo narrado en Los Nueve Libros de la Historia 
    escritos por Herodoto:
 
    
    " ... En cuanto a la pirámide, 
	se gastaron en la construcción veinte años...".  
    Veinte años para que, hace 7 
	000, aquellos obreros de la Era del Cobre elevaran, con precisión asombrosa, 
	cerca de dos millones seiscientos mil bloques de piedra que, por término 
	medio, pesa cada uno 2 toneladas. Es decir, que cada año se debieron colocar 
	130.000, lo que suponen 360 al día. Si hacemos un cálculo aproximado para la 
	jornada laboral de los obreros de la época de 12 horas, el resultado es que 
	durante 20 años, sin conocer el hierro y la rueda, el arquitecto de la Gran 
	Pirámide organizó un equipo de trabajo capaz de seleccionar la piedra en la 
	cantera, cortar el bloque, transportarlo varios kilómetros, cruzar el Nilo, 
	izarlo a cientos de metros y colocarlo milimétricamente, todo ello en el 
	tiempo récord de ¡120 segundos! por bloque. Es decir, que 
	según las explicaciones ortodoxas, aquellos artesanos, tan cercanos al 
	Paleolítico, encajaron durante veinte años un bloque cada dos minutos. Ni 
	más ni menos. 
 El ingeniero Jomard, de la expedición francesa de Bonaparte, en datos 
	corroborados posteriormente por el arqueólogo Lauer, calculó que 
	durante los últimos 1.500 años de la historia clásica egipcia, 
	correspondientes al Imperio Nuevo, dinastías posteriores y periodo 
	ptolemaico, se usaron 4.000.000 de metros cúbicos de piedra. Tal cantidad de 
	roca, que constituye la colección de monumentos más impresionante de la 
	antigüedad, parece minúscula al compararse con las obras realizadas en el 
	Imperio Antiguo. Sólo la Gran Pirámide tiene 2.000.000 de 
	metros cúbicos de piedra, cantidad similar a su vecina pirámide de 
	Kefren. Es decir, se nos quiere hacer creer que en 20 años los 
	obreros de Keops edificaron la mitad de lo que hicieron posteriormente sus 
	colegas durante 1.500 años.
 
 Al problema del peso y del volumen hay que añadir el enigma que suponen las 
	máquinas empleadas en el transporte y en la subida de los bloques desde la 
	cantera hasta su emplazamiento. En este caso las palabras de Herodoto 
    no son tenidas en cuenta ya que afirma que se utilizaron mecanismos, así 
	como hierro, en la construcción. Los arqueólogos, que tanto se basan en sus 
	palabras para datar la Gran Pirámide, hacen caso omiso de 
	estas otras. Y no les falta razón ya que no se han encontrado vestigios de 
	tales máquinas. Tampoco en papiros, estelas o murales se han encontrado los 
	jeroglíficos que expliquen cómo eran transportadas e izadas las grandes 
	masas pétreas.
 
 En un relieve de EI-Bershe, de la Dinastía XII, se ve cómo un 
	grupo de 172 personas arrastran la estatua de Djejutijotep, de 
	60 toneladas, que descansa sobre un trineo. Esto, unido al descubrimiento de 
	varias rampas que unen el Nilo con la base de algunas pirámides, da pie a la 
	arqueología a la única hipótesis que acepta: la fuerza muscular. Y aunque 
	tal planteamiento pudiera ser válido para bloques de 2 ó 6 toneladas 
    no es posible imaginar a 30.000 hombres tirando a la vez de uno de los 
	muchos bloques que existen en Egipto de 1.000 toneladas o más. Ni 
	mucho menos izándolo por pendientes del 30 por ciento.
   
    Se han barajado innumerables 
	hipótesis. Naves extraterrestres, poder mental, teleportación, infrasonidos 
	y otras aún más pintorescas que intentan explicar cómo hicieron en el 
	Antiguo Egipto para transportar los monolitos. Pero hay una de ellas que, 
	aunque parezca fruto de la fantasía, ve avalada su credibilidad por 
	constataciones y estudios recientes. Para asombro del hombre moderno y de su 
	tecnología los antiguos egipcios conocían técnicas ¡ para ablandar la 
	piedra! Existen suficientes elementos de juicio como para pensar que los 
	constructores del Imperio Antiguo no fueron canteros, sino alquimistas.
 En 1988 se editó en Estado Unidos el libro titulado The Pyramids, An 
	Enigma Solved . En él se recogían investigaciones de un científico nada 
	sospechoso de elucubraciones. El doctor Joseph Davidovits, 
	fundador del Instituto Geopolimérico de París, profesor de la Universidad de 
	Toronto y director del Instituto de Ciencias Arqueológicas Aplicadas de la 
	Universidad de Barry en Florida, junto a la doctora Margie Morris, de 
	la Universidad de Minnesota, pusieron de manifiesto lo que revelaban los 
	análisis químicos y microscópicos efectuados en rocas de la meseta de Gizéh.
 
 Junto a los detallados informes publicaron varias fotografías en las que 
	puede apreciarse la presencia de pelos, uñas, fibras textiles y burbujas de 
	aire en la estructura de las rocas calizas de la Gran Pirámide.
 
 Estos hallazgos sembraron el desconcierto en los círculos académicos que, 
	por supuesto, intentaron relegarlos al ostracismo. En España tuvimos la 
	ocasión de asistir hace algún tiempo a un debate en La Clave, donde José 
	Luis Balbín tuvo el acierto de invitar a representantes de ambas 
	tendencias. Peter Tompkins propuso al entonces director de excavaciones de 
	la meseta de Gizéh, Dr. Hawass, un experimento público para demostrar 
	o desechar de una vez por todas lo mantenido por Davidovits, quien se 
	consideraba capaz de fabricar piedras similares a las de la Gran Pirámide.
    La respuesta de Hawass no fue muy brillante
 
    
    "si ya se conocen las canteras 
	de Tura y de Mokhatam... ¿para qué investigar otros asuntos?".  
    Lo cierto es que este arqueólogo 
	jamás podría explicar con sus teorías qué hace un pelo de 21 centímetros en 
	el interior de una roca caliza de hace 50 millones de años, proveniente de 
	la edad geológica del Eoceno, allá por el segundo período de la época 
	Terciaria.
 Egipto no sólo ha proporcionado grandes misterios, sino que, junto a ellos, 
	aporta soluciones que veces resultan aún más enigmáticas. La pista para la 
	teoría de Davidovits está en una estela conmemorativa en la 
    isla de Sehel, cerca de Assuan. Fue descubierta en 1889 por el 
	egiptólogo Charles Wilbour y terminada de descifrar por el arqueólogo 
	francés Barquet en 1935.
 
 La estela de Famine, como se denomina, consta de 2.600 
	jeroglíficos dispuestos en 32 columnas. Aunque se supone que fue esculpida 
	en tiempos ptolemaicos ( 300 a.C) se entiende que debe ser copia de 
	documentos más antiguos ya que se refiere a asuntos relacionados con 
	personajes de la III Dinastía. La estela trata varios aspectos distintos, 
	como son:
 
      
    
    -  Descripción de la 
	Famine,
     
    -  Visita a la Biblioteca 
	de Hermópolis,  
    -  Las Revelaciones de 
	Imhotep,  
    -  El sueño del Faraón 
	Zoser y  
    -  un Decreto Real.  
    Entre las columnas situadas 
	entre la 6 y la 22 se habla sobre métodos constructivos. De la columna 11 a 
	la 18 Imhotep enumera las rocas y minerales de la región de 
	Elefantina. Y las columnas 18 a 20 describen el sueño del faraón Zoser, 
	en el que el dios Khnum da al rey una lista de minerales y 
	productos químicos para fabricar bloques aglomerados con los que construir 
	templos. 
 Si este conocimiento es cierto, es posible que faraones posteriores también 
	estuvieran enterados de estas "revelaciones" y las aplicaran a sus propias 
	construcciones.
 
 Algo con lo que siempre se ha especulado ha sido el rodillo. 
	En múltiples recreaciones artísticas se han dibujado los grandes monolitos 
	sobre rodillos y tirados por innumerables hombres. Pero la madera siempre 
	escaseó en Egipto y la que había era de baja resistencia al peso y a la 
	tracción, sin contar con que se necesitan, además de los rodillos, 
	carreteras adecuadas al transporte que aún no se han encontrado. Y aún 
	admitiendo la teoría de los rodillos, hubieran hecho falta millones de 
	ellos.
 
 La llamada Piedra de Palermo indica que Snefru, padre de 
	Keops, asignó una flota de barcos para traer cedros, cipreses y 
	coníferas del Líbano. Snefru fue el mayor constructor de la IV 
	Dinastía. Se le atribuyen tres pirámides, dos en Dashur (que contienen 
	4.000.000 de metros cúbicos de piedra) y otra en Meidum. El total de sus 
	construcciones asciende a 9.000.000 de toneladas de piedra, utilizadas en 
	sus 24 años de reinado. La madera importada del Líbano no pudo, pues, servir 
	para rodillos, ni por su cantidad ni tampoco por su dureza. Aunque sí pudo 
	servir para fabricar... MOLDES. Herodoto así parece confirmarlo:
 
    
    " ... La pirámide fue 
	edificándose de modo que en ella quedasen unas gradas o apoyos que algunos 
	llaman escalas y otros altares. Hecha así desde el principio la parte 
	inferior, iban levantándose y subiendo las piedras con cierta máquina 
	formada de maderos cortos que, alzándolas desde el suelo, las ponía en el 
	primer orden de gradas, desde el que con otra máquina que en él tenían 
	prevenida las subían al segundo orden, donde las cargaban sobre otra máquina 
	semejante, prosiguiendo así en subirlas, pues parece que cuantos eran los 
	órdenes de gradas tantas eran en número las máquinas, o quizás no siendo más 
	que una fácilmente transportable, la irían mudando de grada en grada cada 
	vez que la descargasen de la piedra; qué bueno es dar de todo diversas 
	explicaciones... ".  
    La palabra utilizada por 
    Herodoto y que se tradujo por "máquina" es la palabra griega "mechane". 
	En griego es un término general que indica cosas inventadas, 
	fabricadas. En definitiva, cualquier tipo de artilugio realizado con 
	un propósito y que, por tanto, no debe únicamente traducirse por la acepción 
	moderna de "máquina". Siguiendo con este planteamiento, sustitúyase la 
	palabra "máquina" por la palabra "molde" y lean ustedes la trascripción 
	anterior de Herodoto. La cosa concuerda en extremo ya que no quedaron 
	evidencias de ningún otro tipo de "máquinas".
 Anterior a la publicación de Davidovits ya se especuló con la 
	posibilidad de las piedras prefabricadas del Antiguo Egipto. En el Segundo 
	Congreso de Egiptología celebrado en 1979 en Grenoble (Francia) el Dr. 
	Klemm, experto en petrografía, avanzó los resultados de sus 
    análisis sobre piedras de la Gran Pirámide. De las 20 muestras 
	estudiadas no encontró dos que tuvieran la misma consistencia homogénea. 
	Parecía que cada una procediera de un lugar distinto, con la particularidad 
	de que dicha consistencia era diferente en zonas de la misma piedra, con 
	mayor densidad en la parte superior que en la inferior. También constató que 
	las rocas de la pirámide contenían un porcentaje de humedad superior al que 
	presenta la piedra natural. Su conclusión fue evidente: los bloques 
	no eran naturales, sino artificiales.
   
    Ello explicaría, por otra parte, 
	lo que ocurrió en la pirámide de Kefrén en Septiembre de 1968. El doctor 
	Luis Alvarez, premio Nobel de Física, había ideado un proceso 
	para registrar el paso de rayos cósmicos a través de la pirámide, por medio 
	de la cual esperaba descubrir cámaras ocultas. Intervinieron en el evento 
	doce organismos oficiales de Estados Unidos y de Egipto. Los científicos, 
	con su cuartel general instalado en la cámara central del monumento, 
	quisieron saber el número de rayos cósmicos que atravesaban los muros, 
	instalando una cámara de chispas que delataría los rayos que llegaran con 
	mayor frecuencia, lo que indicaría que habían encontrado a su paso los 
	huecos de las hipotéticas cámaras. Sería como hacer una radiografía a la 
	pirámide. Pero lo cierto es que tras numerosos intentos y una enorme 
	cantidad de dinero tuvieron que desistir. 
 Aparecieron, efectivamente, muchas supuestas cámaras desconocidas, pero las 
	informaciones de su presunta ubicación variaban de un día para otro, de una 
	hora a otra. La pirámide pareciera haberse vuelto loca. Según sus 
	protagonistas, "esto desafía a todas las leyes conocidas de la Física". Lo 
	que el doctor Álvarez no podía imaginar era que las diferentes 
	mediciones obtenidas se debían a los millones de litros de agua incluidos 
	en las rocas prefabricadas de la pirámide.
 
 Investigaciones personales en la pirámide de Kefrén me han 
	permitido suponer que al menos las dos primeras hiladas, claramente visibles 
	en la cara oeste, son fruto de la tecnología del "prefabricado". La falta de 
	junturas en los bloques de estos dos pisos fue zanjada hace tiempo por los 
	especialistas explicando que no era una edificación propiamente dicha, sino 
	que se aprovechó un montículo de piedra para labrar las primeras filas.
 
      
    Sin 
	embargo, como podemos ver en las fotografías, son claramente visibles los 
	restos del armazón, tanto vertical como horizontal, que sostuvo el 
	"hormigón" hasta que fraguara. Como toda la base no se pudo hacer de una 
	vez, los obreros la fueron elaborando en partes. Las juntas de cada trabajo 
	son perfectamente visibles e, incluso, a veces, parecen superponerse las 
	maderas que lo separaban. Desde un promontorio que domina la meseta de Gizéh 
	he descubierto un lugar que los miembros de mi equipo denominan "la 
	Guarderia". 
 Allí, de forma simpática, nos imaginamos a los hijos de los artesanos 
	jugando con una "plastilina" especial, similar a la usada por sus padres en 
	tareas de mayor envergadura. Hemos descubierto más de treinta muestras de 
	reblandecimiento en pequeñas rocas, algunas de ellas reproducidas en 
	fotografías. Parecen ser fruto del entretenimiento. Piedras redondas o 
	aplanadas por las manos que guardan ciertas incisiones realizadas cuando la 
	piedra estuvo blanda. No pueden ser cantos rodados pues su superficie no es 
	plana y se aprecia la rugosidad que quedó tras su elaboración.
 
      
    En las 
	piedras que están rotas parece que la superficie es distinta al interior, 
	fruto de la falta de humedad en el manipulado, que hace que el ceramista en 
	arcilla tenga que mojarse las manos constantemente. Las incisiones nunca 
	pudieron realizarse por percusión. En el caso de la piedra aplastada que se 
	puede ver en la fotografía inferior a estas líneas se ve el rastro dejado 
	por un objeto circular que, medido con precisión, ha demostrado ser el mismo 
	que dejó su impronta en ambas caras de la pieza. Precisamente en uno de los 
	planos de esta piedra a nuestro anónimo artesano no le bastó con una muesca, 
	sino que hizo dos, perfectamente visibles y ligeramente superpuestas. 
 Los geólogos a los que hemos consultado y enseñado las piedras no salen de 
	su asombro y, por supuesto, eliminan cualquier posibilidad de diagnóstico 
	por escrito. Las piedras parecen tener una edad de varios cientos de 
	millones de años. Por consiguiente, durante su formación no pudo haber 
	humano que infiriera las marcas que poseen, y aceptar el reblandecimiento, 
	el pasar del estado sólido al liquido y viceversa, sin alterar las presiones 
	o temperaturas, es el reto de la Ciencia. Aunque aquellos egipcios, o 
	quienes fueran, parece que lo consiguieron.
 
 Si los sacerdotes de las grandes civilizaciones asiáticas, africanas y 
	americanas coincidieron en la adoración solar, en la estructura piramidal, 
	en las percepciones psíquicas o en el concepto del más allá, es posible que 
	también coincidieran, o tuvieran los mismos maestros, en las técnicas 
	referentes al reblandecimiento de la piedra. Recientes estudios de Alex 
	Chionetti en Marcahuasi ampliando los estudios de Ruzzo, 
	o las actuales investigaciones de Javier Sierra en Perú 
    y en particular en el laberinto de túneles que cruzan su territorio 
	proponen la desestabilizadora hipótesis de que en el pasado la piedra era 
	dominada hasta puntos insospechados que hoy tan solo llegamos a vislumbrar.
   
    La tecnología egipcia guarda 
	muchas sorpresas. Los miles - o decenas de miles - de años de historia 
	hicieron que sobre un mismo territorio se superpusieran técnicas distintas 
	todas ellas lejanas a nuestros elementales conceptos. Las canteras de Assuán 
	son un fiel ejemplo. Allí se empleó la más alta tecnología en perforación, 
	corte y pulimento del granito rojo. Allí existen orificios ejecutados por 
	brocas increíbles que atacaban la roca con una potencia sesenta veces 
	superior a la actual. Allí se ven restos de sierras que cortaban el granito 
	como si fuera cartón. Allí se encuentran restos de prospecciones 
	inimaginables para la época del cobre o del bronce, pues los resultados son 
	comparables con los de nuestra moderna tecnología y, por supuesto, también 
	allí encontramos el ejemplo más contundente del tema que nos ocupa: el 
	reblandecimiento.
 En la tumba de Rekhmire existe un fresco sobre una aparente 
	escena cotidiana del Antiguo Egipto - varios obreros llevan en sacos un 
	producto que arrojan en moldes y que, posteriormente, fragua haciendo 
	ladrillos o bloques - Esta técnica, defendida por Davidovits, 
	explicaría la construcción de, por ejemplo, la Gran Pirámide. Resulta fácil 
	transportar arenas y otros compuestos, subirse en pequeños sacos y arriba 
	hacer moldes del tamaño que se quiera, sin necesidad de una maquinaria 
	pesada. Pero el caso de Assuan es ligeramente distinto. Allí 
	no se ha prefabricado nada pues la cantera original de granito rojo ya 
	estaba. Sin embargo, utilizando unos métodos que nos son desconocidos, 
	conseguían ablandar el duro granito hasta la consistencia de la mantequilla, 
	para posteriormente manipularlo.
 
 Es el famoso Obelisco inacabado, la admiración de todo turista 
	que se precie. A mí me llamó la atención hace dos años cuando veíamos en 
	Madrid las imágenes grabadas de Assuán. En un principio, y por el poco 
	material visual que poseía, me dio la impresión de que lo que observaba era 
	fruto de algún tipo de rebote de la luz solar. En Noviembre de 1993 hice un 
	viaje a Assuán exclusivamente para comprobarlo. El área se 
	cierra a las cinco de la tarde, cuando aún el Sol está muy alto. Tras las 
	consiguientes propinas pude esperar a que el Sol bajara al horizonte. En ese 
	momento los rayos incidían de escorzo, resaltando todos los detalles de la 
	superficie del obelisco. Es la foto que pueden observar junto a estas 
	líneas.
 
 Los 47 metros de longitud que mide la pieza están obtenidos de la cantera 
	madre, no por una técnica de percusión. Lo más parecido que he visto a esta 
	técnica es cuando he jugado con una cucharilla en un flan. Lo que vi en ese 
	momento no era el trabajo de un pico o un martillo, era la labor realizada 
	por una pala ¡en granito!
 
 Junto al obelisco existen otras pruebas de ablandamiento no menos 
	interesantes. En la fotografía de la izquierda pueden observar a un miembro 
	de mi equipo introducido en un agujero, por supuesto artificial, que no 
	tiene aparente significado. Las paredes, estando lisas, no son verticales. 
	Se ha ido rebanando su interior hasta llegar a ningún sitio, idóneo para 
	demostrar una técnica aunque insuficiente para indicar un propósito. Hay 
	varios agujeros como éste de diferentes proporciones iguales de enigmáticos. 
	Era ya casi de noche.
 
      
    Las sombras avanzaban ocultando el obelisco. El guía 
	parecía no comprender mi insistencia. Para él la solución era fácil: el 
	obelisco fue abandonado porque una grieta apareció haciéndolo inservible. 
	Pero la cuestión era otra. Si era blando, era imposible moverlo en tal 
	estado. Si se endureció ¿qué grúa era capaz de levantarlo? Posiblemente 
	nunca se pensó en que fuera un obelisco, sino que fue, simplemente, una 
	broma; la broma más pesada que conozco: de 1200 toneladas. 
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    GINECOLOGÍA AVANZADA EN EL ANTIGUO EGIPTO
 
 En el muro del complejo de Luxor el viajero observador 
	tropezará con un detalle que la mayoría le pasa desapercibido y que, sin 
	embargo, sugiere conocimientos sorprendentes: en varias escenas concatenadas 
	se representa con todo detalle el proceso de extracción de semen del miembro 
	fálico del dios Min. A lo largo de la pared, aparecen varios personajes que, 
	provistos de unos curiosos recipientes, recogen el líquido seminal en el que 
	destacan a gran tamaño varios espermatozoides. Aunque resulte 
	incomprensible, su ubicación y forma no permiten darles otro nombre.
 
      
    Puesto 
	que la apariencia de los espermatozoides no ha sido conocida hasta que el 
	neozelandés Jansen inventara el microscopio compuesto en 1590, 
	resultaría inevitable admitir que los antiguos egipcios dispusieron de 
	instrumentos ópticos sumamente eficaces, lo que ni la Arqueología ni la 
	Historia les concede.
 Los interrogantes se acumulan, complementándose con otros no menos curiosos 
	hallazgos. En el templo dedicado a la reina Hatseput, 
	enclavado en el corazón del Valle de las Reinas, el arqueólogo oficial 
    Nabil Habkkar compartía con nosotros su último y desestabilizador 
	descubrimiento: en una pared con policromía original de hace 3.000 años 
	había descubierto lo que para él era indudablemente un "test de embarazo".
 
      
    Tal y como nos iba relatando, en un recipiente ovalado aparecen varios 
	elementos relacionados con la famosa "prueba de la rana". Férreo seguidor de 
	las corrientes más oficiales y conservadoras, Nabil Habkkar no tenía 
	dudas, pese a todo, de que en aquella época se sabía lo necesario sobre 
	hormonas femeninas y masculinas, los mecanismos íntimos de la procreación y 
	el método para un diagnóstico precoz del embarazo. 
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