EL RETORNO DE CRISTO *

Año tras año he escrito, para ustedes y todos aquellos a quienes les interesa un mensaje, a menudo profético, relacionado siempre con la unión espiritual fundamental de Oriente y Occidente, del Buda y del Cristo, poniendo por lo tanto el énfasis sobre la oportunidad espiritual inmediata. Cada año he preparado estos mensajes muy cuidadosamente, y en su síntesis surge (si los han leído ordenada e inteligentemente) una imagen de la vida espiritual del mundo, imagen que involucra el pasado conocible, que concierne al presente inmediato y lleva a un futuro de desarrollo espiritual, que su expresión trasciende todo lo que hasta ahora se ha conocido, porque se fundamentó siempre en la realidad, la realidad del Dios Inmanente.

Dios Trascendente, más grande, más vasto y más incluyente que el mundo de Su creación, ha sido reconocido universalmente y aceptado general y enfáticamente; todos los credos pueden afirmar con Shri Krishna –cuando habla como Dios, el Creador– que, "habiendo compenetrado el entero universo con un fragmento de Mí Mismo, Yo permanezco". Este Dios Trascendente ha dominado el pensamiento religioso de millones de personas sencillas y espirituales en el transcurso de los siglos, desde que la humanidad inició su camino hacia la divinidad.

Lentamente va despertando la incipiente conciencia de la humanidad a la gran verdad paralela de Dios Inmanente –que divinamente compenetra todas las formas e internamente condiciona todos los reinos de la naturaleza, expresa la divinidad ingénita a través de los seres humanos y, hace dos mil años, personificó la naturaleza de esa divina Inmanencia en la persona del Cristo. Hoy, como consecuencia de esta Presencia divina en manifestación, un nuevo concepto está penetrando en la mente de los hombres de todas partes: el de "Cristo en nosotros esperanza es de gloria". Existe una creciente y progresiva creencia de que Cristo está en nosotros, como lo estuvo en el Maestro Jesús, creencia que alterará los asuntos del mundo y la actitud del género -humano hacia la vida.

La maravillosa vida que vivió hace dos mil años, permanece todavía con nosotros y no ha perdido nada de su frescura, pues es inspiración, esperanza, estímulo y ejemplo eternos. El amor que Él demostró, todavía influye el mundo de pensamientos, aunque relativamente pocos intentaron demostrar la misma cualidad de Su amor –amor que lleva infaliblemente al servicio mundial, al completo olvido de sí mismo y a una vida radiante y magnética. Las palabras que Él pronunció fueron pocas y sencillas, y todos los hombres pueden comprenderlas, pero su significado se ha perdido en las tortuosas legitimaciones y discusiones de San Pablo, y en las extensas disputas de los comentaristas teológicos, desde que Cristo vivió y nos dejó –o lo hizo aparentemente.

No obstante, el Cristo está hoy más cerca de la humanidad que en cualquier otro período de la historia humana; está más cerca de lo que sospecha el anhelante y esperanzado discípulo, y puede estarLo aún más, si lo que aquí está escrito es comprendido y llevado a la atención de todos los hombres, porque Cristo pertenece a la humanidad, al mundo de los hombres, no únicamente a la iglesia y a las creencias religiosas de todo el mundo.

A Su alrededor –en ese Elevado Lugar de la Tierra, donde tiene Su residencia– se hallan hoy reunidos Sus grandes discípulos, los Maestros de Sabiduría, y todos Aquellos emancipados Hijos de Dios que en el transcurso de las épocas han pasado de la oscuridad a la Luz, de lo irreal a lo Real y de la muerte a la Inmortalidad. Están dispuestos a cumplir Su mandato y a obedecer al Maestro de Maestros y al Instructor de ángeles y hombres. Los Exponentes y Representantes de todos los credos del mundo aguardan revelar, bajo Su guía, a todos los que hoy luchan en el caos de los asuntos mundiales y tratan de resolver la crisis mundial, que no están solos. Dios Trascendente está trabajando por medio del Cristo y de la Jerarquía espiritual para traer alivio; Dios Inmanente en todos los seres está al borde de ser plenamente reconocido.

La gran Sucesión Apostólica de Conocedores de Dios está preparada hoy para iniciar una actividad renovada –la sucesión de Aquellos que han vivido en la Tierra, han aceptado la realidad de Dios 'Trascendente, descubierto la realidad de Dios Inmanente, reproducido en Sus propias vidas las características divinas de la vida crística (porque han vivido en la Tierra como Él Lo ha hecho y Lo hace) y "han penetrado por nosotros detrás del velo, dándonos un ejemplo para qué sigamos Sus pasos" y los de Ellos. Oportunamente también nosotros perteneceremos a esa gran Sucesión.

Quizás se pregunten por qué, en este momento del Festival del Buda, les escribo acerca de Su gran Hermano, el Cristo. Lo hago deliberadamente debido a que los ojos de todos los Conocedores espirituales están fijos en Él, porque el Buda Mismo Se halla también detrás del Cristo reconociendo humildemente la tarea divina que está a punto de consumar y debido también a lo inminente de esa realización espiritual. Lo expongo de esta manera porque quienes actúan conscientemente en el Reino de Dios no sólo son conscientes de Sus planes, sino que los grandes seres espirituales que viven y moran en el "Hogar del Padre" y en el "centro donde la Voluntad de Dios es conocida", también han sido movilizados y organizados para ayudar en Su trabajo. La línea espiritual sucesora, desde el trono del Anciano de los Días hasta el más humilde discípulo (reunidos a los pies del Cristo) está abocada hoy a la tarea de ayudar a la humanidad.

El momento que Él tan pacientemente ha esperado, es casi inminente; el fin "de la edad", a lo cual Se refirió cuando hablaba a Su pequeño grupo de discípulos, ha llegado: "¡He aquí! estoy con vosotros hasta el fin de la edad". En la actualidad permanece y espera, sabiendo que ha llegado el momento en que "verá el trabajo de su alma y será satisfecho". Repetiré, en toda la sucesión espiritual de los Hijos de Dios, sólo se ve y siente expectativa y preparación.

Del Hogar del Padre o –Shamballa de los esotéricos– ha surgido el fíat: la hora ha llegado. Del reino de Dios, donde el Cristo reina, la respuesta ha venido: "Padre, hágase Tu voluntad". En el esforzado, perplejo y desdichado mundo de los hombres se eleva incesantemente el clamor: "Que Cristo retorne a la Tierra", porque en los tres grandes centros espirituales: el Hogar del Padre, el Reino de Dios y la humanidad, que va despertando, existe un solo propósito, una sola idea y una conjunta expectativa...

No escribo con espíritu fanático o adventista, ni hablo como teólogo especulativo o como exponente de un aspecto del anhelante pensamiento religioso. Hablo porque muchos saben que el momento es oportuno y el clamor de los corazones sencillos y llenos de fe ha llegado a las más elevadas esferas espirituales y puso en movimiento energías y fuerzas que ya no pueden ser detenidas, y también porque la demanda invocadora de la angustiada humanidad es hoy tan grande y sólida que, conjuntamente con la sabiduría y el conocimiento de la Jerarquía espiritual, ha iniciado ciertas actividades en el Hogar del Padre, que redundarán en la gloria de Dios, en la trasformación de la divina voluntad al bien, en buena voluntad humana y en la resultante paz en la Tierra.

Se está por escribir un nuevo capítulo en el gran libro de la vida espiritual; una nueva expansión de conciencia es un acontecimiento inminente; la humanidad puede reconocer la preocupación divina y una acentuada expectativa comprobará la exactitud de la afirmación bíblica: "Y todo ojo Lo verá". La vivencia religiosa o la historia espiritual de la humanidad puede ser resumida en una serie de reconocimientos –el reconocimiento de aquello que en el transcurso de las épocas ha constituido la Sucesión Apostólica y culminó con la aparición de los grandes guías religiosos que aparecieron desde el año 700 a. C. y fundaron los grandes credos modernos y, sobre todo, el Cristo Mismo que personificó la perfección de Dios Inmanente, más el conocimiento de Dios Trascendente; el reconocimiento de estos conceptos espirituales superiores, amor, vida y relación, que siempre fluctuaron en el trasfondo del pensamiento humano, están ahora a punto de ser correctamente expresados; el reconocimiento de la verdadera hermandad entre los hombres, basado en la divina vida una, que actúa a través del alma una y se expresa por medio de la humanidad una, reconocimiento de la relación que existe en el mundo entre la vida divina y el género humano mismo. El desarrollo de esa actitud espiritual conducirá a las rectas relaciones humanas y a la eventual paz mundial.

Posiblemente ahora se produzca otro reconocimiento, el del inminente retorno de Cristo (si puede aplicarse esta frase a Quien nunca nos ha abandonado) y de las nuevas oportunidades espirituales que ofrecerá este acontecimiento.

La base para dicho reconocimiento reside en la profundamente arraigada convicción, innata en la conciencia humana, de que algún Instructor, Salvador, Revelador, Legislador o Representante divino, proveniente del mundo de las realidades espirituales, debe aparecer, debido a la necesidad y demanda humanas. En el transcurso de los siglos, en los momentos de mayor necesidad del hombre y en respuesta a su demanda, surgió un tipo de Dios bajo distintos nombres. Luego vino Cristo y aparentemente nos abandonó sin haber dado término a Su tarea y sin consumar Lo que había visualizado para la humanidad. Por espacio de dos mil años pareciera que Su trabajo fue obstaculizado, frustrado e inútil, porque la proliferación de iglesias en el transcurso de los siglos no constituye una garantía del triunfo espiritual que Él anhelaba.

 

Era necesario algo más que las interpretaciones teológicas y el acrecentamiento numérico de las religiones mundiales (incluyendo el cristianismo y el budismo) para comprobar que Su misión se había llevado a cabo triunfalmente. Todo parecía imposible de realizar y exigía tres condiciones, por las cuales podría intentarse poner a prueba Su trabajo; actualmente estas tres condiciones son hechos comprobados:

Primero, existe una condición general planetaria; desgraciadamente ha demostrado ser tan catastrófica (debido al egoísmo del hombre) que la humanidad se vio obligada a reconocer la causa y el origen del desastre; segundo, un despertar espiritual originado en las raíces más profundas de la conciencia humana, como resultado de la Guerra Mundial (1914-1945) ; tercero, el creciente clamor invocador (oración o demanda) que se eleva hasta las fuentes espirituales superiores, no importa con qué nombre se las designe

En la actualidad impera estas tres condiciones, y la humanidad enfrenta una renovada oportunidad. El desastre que ha sufrido el género humano es de proporciones universales; nadie ha podido escapar, y todos están en una u otra forma implicados en el mismo, física, económica y socialmente. El despertar espiritual de los hombres (dentro o fuera de los credos del mundo, pero mayormente fuera de ellos) es general y amplio, pudiendo observarse en todas partes un retorno hacia Dios. Finalmente, estas dos causas produjeron en la humanidad –como nunca había ocurrido antes– una demanda invocadora más clara, pura y altruista que en cualquier otra época de la historia humana, porque está basada en pensamientos más claros y en la angustia común. La verdadera religión está aflorando nuevamente en el corazón del hombre; el reconocimiento de una esperanza y trasfondo divinos, posiblemente hará retornar a los pueblos a las iglesias y a los credos mundiales, pero con certeza los hará retornar a Dios.

Innegablemente, religión es el nombre que damos a la demanda invocadora de la ,humanidad, la cual conduce a una respuesta evocadora del Espíritu de Dios, actúa en todo corazón humano y en todo grupo, a través de la Jerarquía espiritual del planeta; impele a actuar al Guía de la Jerarquía, el Cristo, y la actividad Que emprenda hará que retorne con :Sus discípulos. Me pregunto si repararon en la importancia de lo que acabo de decir.

La idea del retorno de Cristo es muy familiar, y el concepto de que el Hijo de Dios regresa en respuesta a las necesidades, está incluida en las enseñanzas de la mayoría de los credos mundiales. Desde que aparentemente nos abandonó y Se dirigió hacia ese nivel en que Lo habían ubicado los creyentes, pequeños grupos de personas creyeron que en determinada fecha regresaría; pero sus profecías y esperanzas se vieron siempre defraudadas. No ha retornado. Esas personas fueron objeto de burla por parte de la multitud, y censuradas por los inteligentes. Sus ojos jamás Lo vieron, ni han tenido un indicio tangible de Su presencia. Hoy les digo que Él vendrá, y que ya se han establecido los planes para Su reaparición, pero no se ha fijado fecha ni hora. Sólo dos o tres la saben, "pero en el momento que no penséis Él vendrá" (Ma. 24 : 44).

Una verdad que al pensador ortodoxo se le hace difícil aceptar es el hecho de que el Cristo no puede volver porque siempre ha estado en la Tierra vigilando el destino espiritual de la humanidad; nunca nos ha dejado, sino que, físicamente y bien protegido (aunque no oculto), ha guiado los asuntos de la Jerarquía espiritual y de Sus discípulos y trabajadores, quienes conjuntamente se comprometieron con Él a servir en la Tierra. Lo único que Él puede hacer es reaparecer. Constituye una verdad espiritual que quienes han surgido de la tumba y penetrado en la plenitud de la vida de resurrección, pueden ser visibles y al mismo tiempo invisibles para el creyente. Ver y reconocer son dos cosas muy distintas, y uno de los más grandes reconocimientos, por parte de la humanidad, en un futuro próximo, es que Él siempre ha estado con nosotros, compartiendo los valores familiares, las características de nuestra civilización y sus numerosos dones otorgados al hombre.

Las primeras señales de que Se aproxima con Sus discípulos ya pueden ser percibidas por quienes observan e interpretan correctamente los signos de los tiempos. Existe (entre estas señales) la unión espiritual de quienes aman a sus semejantes. Constituye en realidad la organización del ejército externo físico del Señor, que sólo tiene como armas el amor, la correcta palabra y las rectas relaciones humanas. El establecimiento de esta organización desconocida ha continuado con extraordinaria velocidad durante la posguerra, porque la humanidad está cansada de odios y controversias.

Los colaboradores de Cristo ya se hallan activos en el nuevo grupo de servidores del mundo, constituyendo el grupo más poderoso de precursores que jamás hubo precedido la entrada de un gran Personaje mundial en la palestra del vivir humano. Su trabajo e influencia hoy se ven y sienten en todas partes, y nada puede destruir lo realizado. Desde 1935 se ha tratado de aprovechar el efecto espiritual y organizador producido por la Invocación a través de su recitación y expresión, dirigiendo la energía de la demanda invocadora de la humanidad hacia esos canales que van desde la Tierra hasta el Altísimo, lugar donde mora el Cristo. Desde allí ha sido trasmitida a esferas aún más elevadas, donde la atención del Señor del Mundo, el Anciano de los Días, el Padre de todos, además de las Energías creadoras y los Seres Vivientes que allí moran con Él, puede ser dirigida a la humanidad a fin de que dé los pasos necesarios que personificarán más rápidamente los propósitos de Dios.

Por primera vez en la historia de la humanidad, la demanda de los pueblos de la Tierra es tan poderosa y se halla tan de acuerdo con la orientación divina, en tiempo y espacio, que inevitablemente se cumplirá; el esperado Representante espiritual debe venir, pero esta vez no vendrá solo, sino acompañado por Aquellos cuyas vidas y palabras evocarán el reconocimiento de todos los sectores del pensamiento humano. Las profecías simbólicas que existen en todas las Escrituras mundiales, relacionadas con este inminente acontecimiento, demostrarán su veracidad, pero será necesario reinterpretar su simbolismo; las circunstancias y los acontecimientos no serán exactamente como las Escrituras parecen indicar. Él vendrá, por ejemplo, en las "nubes del cielo" como lo dicen las Escrituras cristianas, pero ¿qué tiene esto de sobrenatural cuando millones de personas viajan por el espacio a toda hora del día y de la noche? Lo menciono como una de las profecías más destacadas y conocidas, con todo, tiene muy poco significado para nuestra civilización moderna. Lo importante es que Él vendrá.

El Festival de Wesak se ha celebrado durante siglos en el conocido valle de los Himalayas (créase o no) a fin de:

1. Corroborar que Cristo existe físicamente entre nosotros, desde Su supuesta partida.


2. Comprobar, en el plano físico, la real similitud que existe entre Oriente y Occidente, en el acercamiento a Dios. Tanto el Cristo como el Buda están presentes.

3. Establecer un lugar de reunión para Aquellos que anualmente; en forma sintética y simbólica, se vinculan y representan el Hogar del Padre, el Reino de Dios y la Humanidad.

4. Demostrar la naturaleza del trabajo que Cristo debe realizar como el grande y elegido Intermediario, como el representante de la Jerarquía espiritual y como el Guía del Nuevo Grupo de Servidores del Mundo. Por Su intermedio se proclamará el reconocimiento de la realidad de la existencia del reino de Dios aquí y ahora.

Uno de los mensajes principales para quienes leemos estas palabras, quizá lo constituya en esta época, la gran verdad y la realidad de la Presencia física de Cristo en la Tierra, de Su grupo de discípulos y colaboradores, de Su representativa actividad en bien del género humano y de la estrecha relación que existe entre ellos. Dicha relación es percibida en ciertos grandes festivales espirituales, e incluye no sólo al Reino de Dios sino también al Padre y al Hogar del Padre. Tenemos el Festival de Pascua, el Festival del Buda o Wesak, cuya Presencia física representa la solidaridad espiritual de nuestro planeta, y en junio el Festival denominado peculiarmente el Festival del Cristo, en el que –como Guía del nuevo grupo de servidores del mundo– recita la Gran Invocación en bien de todas las personas de buena voluntad, reuniendo al mismo tiempo las demandas incipientes e inexpresadas de quienes buscan un nuevo y mejor modo de vivir, ansían amor en su vida diaria, rectas relaciones humanas y comprensión del Plan subyacente.

Estos acontecimientos físicos son de importancia, no las vagas esperanzas y promesas de los dogmas teológicos. Llamo la atención en este momento culminante sobre la Presencia física en nuestro planeta, de los conocidos Personajes espirituales como el Señor del Mundo, el Anciano de los Días; los Siete Espíritus ante el trono de Dios; el Buda, Guía espiritual de Oriente, y el Cristo, Guía espiritual de Occidente. Les digo que la vaga creencia sobre Su existencia, las ensoñadoras especulaciones acerca de Su trabajo, el interés puesto al servicio del bienestar humano y el aún no convincente, aunque esperanzado, ferviente anhelo de los creyentes (y también de los incrédulos), pronto serán reemplazados por ciertos conocimientos, por el reconocimiento visual y los signos comprobables del trabajo ejecutivo, y por la reorganización (por hombres de inusitado poder). de la vida política, religiosa, económica y social del planeta.

Esto no vendrá como consecuencia de alguna proclama o de un maravilloso acontecimiento planetario, que hará exclamar a los seres humanos: "Loado sea, Él está aquí. ¡He aquí los signos de Su divinidad!", porque sólo provocaría antagonismo y burla, incredulidad o credulidad fanática. Vendrá porque se ha reconocido Su capacidad de conductor, por los cambios dinámicos pero lógicos, efectuados en los asuntos mundiales, y por la actividad emprendida por las masas desde lo más recóndito de sus conciencias.

Hace muchos años manifesté que Cristo vendría de tres maneras distintas o, más bien, que la realidad de Su presencia podría ser comprobada en tres fases características.

Dije entonces que lo primero que haría la Jerarquía sería estimular la conciencia espiritual del hombre, evocar en gran escala las demandas espirituales de la humanidad y fomentar mundialmente la conciencia crística en el corazón humano. Esto ya se ha hecho con resultados muy efectivos. Las demandas clamorosas de los hombres de buena voluntad, de los colaboradores en el campo de la beneficencia y de quienes se han comprometido a colaborar internacionalmente, para aliviar los sufrimientos del mundo y establecer rectas relaciones humanas, expresan innegablemente la naturaleza real de este proceso. El aspecto del trabajo preparatorio que señala Su advenimiento ha llegado a una etapa donde nada puede detener su progreso o disminuir su ímpetu. A pesar de las apariencias este surgimiento de la conciencia crística ha triunfado, y lo que pueda parecer una actividad contraria, a la larga no tendrá importancia por ser de naturaleza temporaria.

También señalé que el próximo paso de la Jerarquía sería plasmar en las mentes de los hombres iluminados de todas partes, las ideas espirituales que encierran las nuevas verdades, por el "descenso" (si así puedo denominarlo) de los nuevos conceptos que regirán la vida humana y la influencia que ejercerá el Cristo sobre los discípulos mundiales y el nuevo grupo de servidores del mundo. Recordarán que en el relato bíblico, Cristo evocó simbólicamente el reconocimiento de Juan, el Bautista, y comunicó las cosas del reino de Dios a los discípulos que se dirigían a Emaús, aunque no reconocieron a su Compañero.

 

Este movimiento planificado por la Jerarquía, progresa; hombres y mujeres de todas partes y de todos los sectores, enuncian las nuevas verdades que deben guiar la vida humana en el futuro; fundan nuevas organizaciones, movimientos y grupos, grandes o pequeños, que harán conocer a las masas la realidad de la necesidad y el modo de enfrentarla. Esto lo hacen impelidos por el fervor de sus corazones y la amorosa respuesta a la angustia humana; no obstante y sin que se den cuenta, trabajan para exteriorizar el reino de Dios en la Tierra. Ante la evidente multiplicidad de organizaciones, libros y conferencias, resulta imposible negar estos hechos.

En tercer lugar expresé que Cristo podría venir en Persona y caminar entre los hombres como Lo hizo anteriormente. En la actualidad esto no ha ocurrido aún, pero se están haciendo los planes necesarios que Le permitirán llevarlo a cabo. Dichos planes no incluyen el nacimiento de algún hermoso niño en un buen hogar de la Tierra, ni habrá proclamas extravagantes; tampoco existirá el crédulo reconocimiento de los bien intencionados y de los ignorantes, como sucede tan frecuentemente hoy, ni nadie dirá: "Éste es Cristo. Él está aquí o allí". No obstante, quisiera destacar que la amplia difusión de tales enunciados y relatos, aunque indeseables, engañosos y erróneos, demuestran sin embargo la expectativa humana por la inminencia de Su venida. La creencia en Su llegada es algo fundamental en la conciencia humana. Cómo y de qué manera vendrá, no puedo ni debo decirlo. No ha llegado aún el momento propicio, ni se ha determinado el modo en que reaparecerá. La naturaleza real de los dos primeros pasos preparatorios, dados ya por la Jerarquía bajo Su dirección, son la garantía de que Él vendrá, y, cuando Lo haga, la humanidad estará preparada.

Resumiremos ciertos aspectos de la obra que Él inició hace dos mil años, lo cual nos dará la clave de Su trabajo futuro. Parte del mismo es bien conocido, pues ha sido destacado por todos los credos y en particular por los instructores de la fe cristiana. Pero todos presentaron Su tarea en forma demasiado difícil para que la capte el hombre; el indebido énfasis puesto sobre Su divinidad (algo que jamás Él hizo) inducen a creer que Cristo y sólo Él puede realizar las mismas obras. Los teólogos han olvidado que manifestó: "mayores cosas que éstas haréis, porque Yo voy al Padre" (Jn. 14:12). Con esto quiso significar que la entrada en el Hogar del Padre traería como resultado tal afluencia de poder espiritual, visión y realización creadora para el hombre, que sus hazañas deberían superar las Suyas. Debido a la tergiversación de Su enseñanza y a su remota relación con el hombre, aún no hemos hecho esas "cosas más grandes". Con seguridad algún día las haremos, aunque en ciertos aspectos ya fueron hechas.

 

Permítaseme exponer alguna de las cosas que Él hizo y que nosotros también podemos hacer con Su ayuda.

1. Por primera vez en la historia de la humanidad el amor de Dios encarnó en un hombre, y Cristo inauguró la era del amor. Esta expresión del amor divino todavía se halla en su etapa preparatoria; en el mundo no existe verdadero amor y muy pocos comprenden el real significado de dicha palabra. Pero, hablando simbólicamente, cuando las Naciones Unidas hayan adquirido un verdadero y efectivo poder, entonces se habrá asegurado el bienestar en el mundo. ¿Qué significa este bienestar sino amor en acción? ¿Qué es la colaboración internacional sino amor en escala mundial? Éstas son las cosas que el amor de Dios ha expresado en Cristo y para las cuales estamos trabajando a fin de traerlas a la existencia. Tratamos de hacerlo en vastas proporciones a pesar de la oposición (que sólo puede triunfar temporariamente), dado el poder del espíritu despertado en el hombre. Éstas son las cosas que la Jerarquía ayuda a realizar con Sus ya eficaces métodos y continuará haciéndolo.

2. Cristo anunció que el reino de Dios se hallaba en la Tierra y también nos dijo que buscáramos primero ese reino y que abandonáramos todas las cosas por ese reino. Que siempre ha estado con nosotros, constituido por aquellos que en el transcurso de las épocas persiguieron fines espirituales, se liberaron de las limitaciones del cuerpo físico y no son controlados por sus emociones ni obstaculizados por una mente negativa. Son ciudadanos de dicho reino aquellos que (desconocidos para la mayoría) viven hoy en cuerpos físicos, trabajan para el bienestar de la humanidad, aplican la técnica general del amor en vez de la emoción y constituyen ese gran grupo de "mentes iluminadas" que guían los destinos del mundo. El reino de Dios no es algo que descenderá a la Tierra cuando los hombres sean suficientemente buenos, sino que ya está en marcha y exige reconocimiento. Es un grupo organizado que está siendo reconocido por todos los que realmente buscan primeramente el reino de Dios y después descubren que tal reino se halla aquí. Muchos saben que Cristo y Sus discípulos están presentes físicamente en la Tierra, y que el reino que Ellos rigen y que tiene sus propias leyes y actividades, es muy conocido y siempre lo fue a través de los siglos.

 

Cristo es el Sanador y Salvador del mundo. Trabaja porque es el alma encarnada de toda la Realidad. Actúa hoy, como lo hizo en Palestina hace dos mil años, por intermedio de grupos. Allí trabajó por medio de Sus tres discípulos amados, de los doce apóstoles, de los setenta elegidos y de los quinientos interesados... Ahora trabaja por intermedio de los Maestros y Sus grupos, intensificando así grandemente Su esfuerzo. Puede trabajar, y Lo hará, por intermedio de todos los grupos, en la medida en que éstos se adapten al servicio planeado para difundir el amor, y logren alinearse conscientemente con el gran poder de los grupos internos.

Los estudiantes esotéricos, ocultistas, rosacruces y también los teósofos, siempre han proclamado la Presencia física de Cristo, tergiversando de tal manera la enseñanza, con aseveraciones dogmáticas sobre detalles sin importancia y enunciados ridículos, que oscurecieron la verdad subyacente y no presentaron un reino atractivo. Ese reino existe, pero no es un lugar de disciplina ni de arpas doradas, habitado por fanáticos ignorantes, sino un campo para servir y un lugar donde todo hombre tiene un amplio campo en que ejercer su divinidad al servicio de la humanidad.

3. Durante la Transfiguración, Cristo reveló la gloria ingénita en todos los hombres. A la triple naturaleza inferior –física, emocional y mental– se la describe postrada ante la gloria que Le fuera revelada. En ese preciso momento en que el Cristo inmanente tenía forma física y la humanidad estaba representada por tres apóstoles, surgió una voz desde el Hogar del Padre reconociendo la divinidad revelada y la Primogenitura del Cristo trasfigurado. Sobre esta divinidad innata y la reconocida Primogenitura, se funda la hermandad de los hombres –una vida, una gloria que será revelada y una relación divina. Hoy, en gran escala, aunque no se tenga en cuenta lo que implica la divinidad, la gloria del hombre y su relación fundamental son ya un hecho en la conciencia humana. Conjuntamente con esas características tan deplorables, que pareciera negar toda divinidad, tenemos las maravillosas realizaciones del hombre y su triunfo sobre la naturaleza. La gloria de los descubrimientos científicos y la magnífica evidencia del arte creador –tanto moderno como antiguo– no dejan lugar a dudas respecto a la divinidad del hombre. He aquí entonces las "cosas más grandes" de las que Cristo hablara y he aquí también el triunfo del Cristo dentro del corazón humano.

La razón por la cual el triunfo de la conciencia crística se menciona siempre en términos de religión, de asistencia a los templos y de creencias ortodoxas, se debe a uno de los increíbles triunfos de las fuerzas del mal. Considerarse un ciudadano del reino de Dios no significa ser necesariamente miembro de alguna de las iglesias ortodoxas. El divino Cristo en el corazón humano puede expresarse en los diferentes sectores de la vida humana: en la política, arte, economía, vida social, ciencia y religión. Convendría recordar que la única vez que Cristo, como adulto, visitó el templo de los judíos, provocó un disturbio. La humanidad está pasando de una gloria a otra, y en el extenso panorama histórico puede observarse ya en forma destacada. La gloria se revela hoy en todos los sectores de la actividad humana y la Transfiguración de quienes se hallan en la cumbre de la civilización humana está muy cerca.

4. Finalmente, con el triunfo de la Crucifixión o gran Renunciación (como se la denomina con más exactitud en Oriente), Cristo introdujo por primera vez en la Tierra un tenue hilo de la Voluntad divina a medida que surgía del Hogar del Padre, Shamballa, que fue entregado a la comprensiva custodia del reino de Dios y, por intermedio del Cristo, presentado a la humanidad. Mediante la colaboración de ciertos grandes Hijos de Dios, los tres aspectos divinos o características de la divina Trinidad –voluntad, amor e inteligencia– se han convertido en parte de los pensamientos y aspiraciones humanos. Los cristianos son propensos a olvidar que Cristo no pasó sobre la cruz la agonía de las últimas horas, sino en el Huerto de Getsemaní. Entonces –en agonía y casi sin esperanzas– Su voluntad fue absorbida por la del Padre, exclamando: "Padre no se haga mi voluntad, sino la Tuya" (Lc., 22:42).

Algo nuevo, ideado desde las mismas profundidades del tiempo, ocurrió entonces en aquel tranquilo huerto: Cristo, representando al género humano, introdujo o estableció la Voluntad del Padre en la Tierra e hizo posible que la humanidad inteligente la cumpliera. Hasta entonces esa voluntad sólo había sido conocida en el Hogar del Padre, reconocida y adaptada a las necesidades del mundo por la Jerarquía espiritual, que trabaja dirigida por el Cristo, configurándose así el Plan divino. Hoy, gracias a lo que Él hizo siglos atrás en Su momento de crisis, la humanidad puede ayudar con sus esfuerzos a desarrollar ese Plan. La voluntad al bien del Hogar del Padre puede convertirse en buena voluntad en el reino de Dios y la humanidad inteligente trasformarla en rectas relaciones humanas. De esta manera la línea directa o hilo de la Voluntad de Dios se extiende hoy desde el lugar más elevado al más bajo, y a su debido tiempo puede convertirse en un cable por el cual podrán ascender los hijos de los hombres y descender el amoroso y viviente espíritu de Dios.

Olvidando distancias, lejanías y antigüedades, comprendan que me refiero a acontecimientos exactos y reales de nuestro planeta. Me ocupo de reconocimientos, hechos y acontecimientos auténticos que son del dominio consciente de la mayoría. El Cristo histórico y el Cristo en el corazón humano son realidades planetarias.

Hay un aspecto del retorno de Cristo que nunca se menciona ni refiere. Yo, un humilde discípulo de Cristo, quisiera hablar sobre lo que significará para el Cristo reaparecer entre los hombres y desempeñar las actividades diarias y externas. ¿Qué sentirá cuando llegue el momento de aparecer?

En El Nuevo Testamento se menciona una gran "iniciación denominada Ascensión, de la cual nada sabemos. Sólo unas pocas informaciones nos llegan por medio del Evangelio: lo acontecido en la cima de la montaña, los observadores y las palabras de Cristo, asegurándoles que no los abandonaba. Luego una nube Lo ocultó a su vista. Ninguno de los presentes pudo ir más allá con Él. Sus conciencias no podían penetrar en el lugar adonde había decidido ir, porque incluso habían interpretado mal Sus palabras; la humanidad en un sentido vago y místico, siempre ha comprendido erróneamente su desaparición, o la significación de Su perdurable pero invisible Presencia. A los observadores se les aseguró, por intermedio de dos Conocedores de Dios, que se hallaban también presentes, que Él volvería en forma similar. Ascendió. Las nubes Lo recibieron. Las nubes que hoy cubren nuestro planeta esperan revelarlo.

Ahora Él aguarda el momento de descender. El descenso a este desgraciado mundo de los hombres no le ofrece ningún cuadro tentador. Desde ese tranquilo retiro en la montaña donde ha esperado, guiado y vigilado a la humanidad y entrenado a Sus discípulos iniciados y al nuevo grupo de servidores del mundo, debe venir para ocupar Su lugar prominente en el escenario mundial y desempeñar Su parte en el gran drama que allí se está desarrollando. Esta vez desempeñará Su parte, pero no en la oscuridad, como Lo hizo anteriormente, sino a los ojos de todo el mundo. Debido a lo reducido de nuestro pequeño planeta, al predominio de la radio y la televisión y a la rapidez de las comunicaciones, Su actuación será observada por todos; probablemente Le produzca cierta consternación la perspectiva de presentar algunas pruebas y exigir grandes reajustes, además de una experiencia penosa inevitable. No vendrá como Dios Omnipotente creado por la ignorancia del hombre, sino como el Cristo, el Fundador del Reino de Dios en la Tierra, para terminar el trabajo comenzado y demostrar nuevamente la divinidad en circunstancias mucho más difíciles.

Sin embargo el Cristo sufre mucho más por Sus allegados que por los extraños. El aspirante avanzado obstaculiza más Su trabajo que el pensador inteligente. No fue la crueldad del mundo externo de los hombres lo que causó al Cristo Su profundo dolor, sino Sus propios discípulos, además del masivo sufrimiento de la humanidad –padecido durante su ciclo de vida, incluyendo el pasado, el presente y el futuro.

Vendrá a corregir los errores y las erróneas interpretaciones de quienes se atrevieron a interpretar Sus sencillas palabras de acuerdo a su propia ignorancia, y a reconocer a aquellos cuyo fiel servicio hizo posible Su retorno. También Él enfrenta una gran prueba, como preparación para recibir una gran iniciación, y cuando la haya pasado y cumpla con Su tarea, ocupará un lugar más excelso en el Hogar del Padre, o irá a prestar servicio en un lugar lejano, donde sólo podrán seguirlo los más sublimes seres; Su cargo actual será entonces desempeñado por Aquel a quien Él ha preparado y entrenado.

Pero antes de que esto suceda tendrá que entrar nuevamente en la palestra, desempeñar Su parte en los acontecimientos mundiales y demostrar el alcance de Su misión. Reunirá físicamente a Su alrededor a Sus asociados y consejeros elegidos; no serán los que reunió en los días primitivos, sino esos miembros de la familia humana que hoy Lo reconocen y se están preparando para trabajar con Él, hasta donde les es posible. Proyecta retornar a un mundo muy distinto, debido en gran parte al desarrollo intelectual de las masas, lo cual Le presenta enormes dificultades, porque para cumplir inteligentemente la Voluntad de Dios en la Tierra debe llegar al intelecto de los hombres y no sólo a sus corazones, como en los días primitivos. Su trabajo principal consiste en establecer rectas relaciones humanas en todos los aspectos del vivir humano. Les pediría que empleen la imaginación divina y traten de pensar en la magnitud de la tarea que Le espera; reflexionen sobre las dificultades que inevitablemente enfrentará –especialmente sobre el erróneo y masivo énfasis intelectual.

Se Le ha pedido, como Representante del Amor de Dios, que nuevamente actúe en la palestra mundial donde Su primer mensaje fue rechazado, olvidado o mal interpretado, durante dos mil años, y donde el odio y la separatividad han caracterizado a los hombres del mundo entero. Esto Lo sumergirá en una atmósfera extraña y Lo llevará a una situación donde necesitará y probará al máximo todos Sus recursos divinos. La idea generalmente aceptada de que volverá como un guerrero triunfante, omnipotente e irresistible, no tiene base real. Sé que es definidamente una realidad de sólida base y que guiará a Su pueblo, la humanidad, a Jerusalén, pero no será a la ciudad judía llamada Jerusalén, sino al "lugar de paz", verdadero significado de dicha palabra. Una consideración cuidadosa de la situación mundial actual y el constante empleo de la imaginación, revelarán al pensador sincero cuán aterradora es la obra que Él ha emprendido.

 

Pero "Él dirigió nuevamente su rostro para ir a Jerusalén" (Lc. 9:51); nuevamente reaparecerá y guiará al género humano hacia una civilización y un estado de conciencia donde las rectas relaciones humanas y la cooperación mundial en bien de todos, constituirán la tónica universal. Por intermedio del nuevo grupo de servidores y de los hombres de buena voluntad, completará la fusión de su voluntad con la de Dios (los asuntos de Su Padre), en tal forma que la eterna voluntad al bien de la humanidad será trasformada por la humanidad en buena voluntad y correctas relaciones. Entonces habrá cumplido Su tarea; nuevamente podrá abandonarnos, pero no volverá, porque dejará el mundo de los hombres en manos de ese Gran Servidor espiritual que será el nuevo Guía de la Jerarquía, la Iglesia invisible.

La pregunta que ahora se nos plantea es: ¿En qué forma podremos ser útiles? ¿Cómo podremos ayudar durante esta etapa preparatoria?

Sobre esto muy poco tengo que decir; la idea de Su retorno es tan familiar, por su naturaleza expectante (pero no en sus detalles efectivos, como los he insinuado), que me resulta difícil decir algo práctico o que les llame la atención.

Los miembros de la Jerarquía ciertamente realizan un gran trabajo y también los discípulos que están en contacto consciente con los Maestros de Sabiduría –o si se prefiere el término, con los discípulos avanzados del Cristo– que trabajan día y noche a fin de inspirar esa confianza, establecer correctas actitudes y hacer comprender el "empuje" o empresa espiritual divina, para allanarles el camino. Ellos y sus grupos de discípulos, aspirantes y estudiantes, Lo apoyan en forma unida y Le permiten realizar Su propósito. Su mayor realización consiste en provocar una crisis cíclica en la vida espiritual de nuestro planeta, anticipada en el Hogar del Padre (Shamballa) hace miles de años.

 

Se ha registrado el hecho, por primera vez en la historia humana, de que los tres centros espirituales o grupos, por medio de los cuales actúa Dios, se enfocan en el mismo objetivo. Shamballa, la Jerarquía espiritual y la Humanidad (el Hogar del Padre, el Reino de Dios y el Mundo de los Hombres) se hallan todos empeñados en un vasto movimiento para intensificar la Luz del Mundo. Esta Luz iluminará, en forma desconocida hasta ahora, no sólo el Hogar del Padre, fuente de nuestra luz planetaria, sino también el centro espiritual de donde emanaron los Instructores y los Salvadores mundiales que aparecieron ante los hombres, exclamando como Hermes, Buda y Cristo: "Yo soy la Luz del Mundo". Esta luz inundará el mundo, iluminará las mentes de los hombres y alumbrará los lugares oscuros de la vida humana.

Cristo traerá luz y, por sobre todas las cosas, "vida más abundante", pero no sabemos lo que esto significa hasta que ello se produzca; no es posible comprender lo que esta revelación implicará, ni las nuevas perspectivas que se abrirán ante nosotros. Por Su intermedio la Luz y la Vida están en camino de ser interpretadas y aplicadas en términos de buena voluntad y de rectas relaciones humanas. Con este fin se está preparando la Jerarquía espiritual. Esta vez Cristo no vendrá solo, Lo hará con Sus colaboradores. Su experiencia y la de Ellos será distinta de la anterior, pues todos los ojos Lo verán, todos los oídos Lo oirán y todas las mentes Lo juzgarán.

Por lo tanto, digo: pueden ayudar libremente en el trabajo de reconstrucción que el Cristo se propone realizar, si se familiarizan con los hechos que se exponen a continuación, haciéndolos conocer a todos aquellos con quienes entran en contacto:

1. Que el retorno de Cristo es inminente.
2. Que Cristo, inmanente en todo corazón humano, puede ser evocado cuando se reconozca su reaparición.
3. Que las circunstancias de Su retorno están relatadas en forma simbólica en las Escrituras mundiales, lo cual puede producir un cambio vital en las ideas preconcebidas de la humanidad.
4. Que la principal condición exigible es un mundo de paz; paz que debe estar fundada en la buena voluntad cultivada, que conducirá inevitablemente a las correctas relaciones humanas y, por lo tanto, al establecimiento (hablando en sentido figurado) de líneas de luz entre una nación y otra, una religión y otra, un grupo y otro y un hombre y otro hombre.

Si logramos hacer que se reconozcan en todo el mundo estas cuatro ideas, contrarrestando las críticas inteligentes de que todo lo que se dice es demasiado antiguo, profético y visionario, mucho habremos realizado. Es muy posible que el viejo axioma: "La mente es el matador de lo real", pueda ser fundamentalmente cierto en lo que a las masas se refiere, y que el acercamiento puramente intelectual (que rechaza la visión y rehusa aceptar lo incomprobable) sea más falaz que el presentimiento de los Conocedores de Dios y de la multitud expectante.

La Jerarquía espiritual está investida de inteligencia divina, formada en la actualidad por Aquellos que han unido en Sí el intelecto y la intuición, lo práctico y lo aparentemente impráctico, la realidad de la vida y la manera de ser del hombre que tiene visión. También existen personas en los lugares comunes de la vida diaria, a las cuales se las debe entrenar acerca de los reconocimientos divinos, lo que constituye esencialmente la respuesta del plano físico a las nuevas expansiones de conciencia. El Cristo que retornará no será igual al Cristo que aparentemente partió. Tampoco será un "varón de dolores"; ni una figura silenciosa y pensativa; hará declaraciones espirituales que no necesitarán interpretación ni serán tergiversadas, porque Él estará presente para explicar el verdadero significado.

Durante dos mil años ha sido el Guía supremo de la Iglesia invisible, la Jerarquía espiritual, compuesta de discípulos de todos los credos. Reconoce y ama a quienes no son cristianos, pero mantiene su lealtad a los Fundadores de sus respectivas religiones –Buda, Mahoma y otros–. No le interesa cuál es su credo, siempre que el objetivo sea el amor a Dios y a la humanidad. Si los hombres esperan al Cristo que dejó a Sus discípulos hace siglos, fracasarán en reconocer al Cristo que está a punto de retornar. El Cristo no tiene barreras religiosas en Su conciencia, ni Le da importancia a la religión que profesa el Hombre.

El Hijo de Dios está en camino y no viene solo. Su avanzada ya se acerca, y el Plan que debe seguir es evidente y ya está trazado. ¡Que el reconocimiento sea el objetivo!

 

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PREPARACIÓN PARA EL RETORNO DE CRISTO
Junio de 1947

Mucho tengo que decir aquí en correlación con mi comunicación anterior y me dirijo a todos los aspirantes y discípulos. La oportunidad es tan grande en este momento que quiero enfrentarlos con la alternativa de llegar libremente a una decisión, Sin embargo, lo que decidan afectará definitivamente la actividad de sus vidas. Éste es el desafío. Mis palabras son relativamente sencillas, tan sencillas que pueden parecer un contrasentido. Sin embargo, por sencillo que pueda ser el problema, es muy difícil de solucionar. La forma en que reaccionarán a lo que debo decir dependerá de su sentido de los valores, no de la capacidad de razonar en forma abstracta. El aspirante común y el ser humano inteligente tienden a acentuar la complejidad actual de los asuntos y acontecimientos humanos y creen que éstos engolfan a los hombres de todos los países. De este modo presentan una excusa aceptable para sí mismos.

La importancia de lo que voy a decir está relacionado con el mensaje que trasmití recientemente respecto al Retorno de Cristo, el cual contiene su propio desafío y los interrogantes que hizo surgir en todo corazón humano y sincero:

1. ¿Cómo puedo responder personalmente a este desafío?
2. ¿Qué puedo hacer específicamente?
3. ¿Cuáles son los pasos que yo y todo aspirante debemos dar?

Estos interrogantes significan una cosa para unos y otra para otros. Algunas de las respuestas surgirán a medida que lean lo que debo decir. Escribo para quienes son discípulos del Cristo, pero mis palabras pueden tener significado para los pensadores sinceros y los creyentes cristianos.

Las complejidades y dificultades de este período de posguerra son enormes. Cuanto más se acerca el aspirante a la fuente de luz y poderes espirituales, tanto más difícil se torna su problema y, al mismo tiempo, tanto más clara será su comprensión de los hechos. Apartándose de los detalles del primer plano, que asume siempre proporciones indebidas, y divorciándose de esos detalles que anegan la vida diaria con perplejidades y ansiedades, el problema es relativamente simple y de naturaleza doble.

Primero de todo, la guerra externa física recién ha terminado; los dos años transcurridos desde que cesó el fuego, son un breve lapso, y ningún país se ha recuperado aún de sus terribles efectos. No hay un verdadero intercambio entre las naciones y tampoco real comprensión. Actualmente los Estados Unidos permiten reunir fondos para armar a los sionistas contra Gran Bretaña, potencia aliada y amiga; también está autorizando la propaganda contra Rusia, otra potencia aliada y amiga. En ninguna parte hay verdadero esfuerzo (realizado con fija determinación y justo arreglo) para poner término a esas condiciones económicas que son la causa principal de la guerra y responsables de engendrar el odio entre las naciones.

Segundo (y de mayor importancia aún, desde el ángulo de los valores espirituales, aunque no tan fácilmente percibido), las fuerzas del mal están aún activas, y aunque pudieron ser rechazadas, siguen siendo poderosas; trabajan sutilmente y se esfuerzan para afirmarse; siguen nutriendo astutamente la ansiedad y la inseguridad mundiales, a fin de crear otro punto de tensión mundial.

Mientras ambas fuentes de tensión mundial no sean reconocidas y correctamente tratadas, la vida le será excesivamente difícil al aspirante, y más aún al discípulo. Pueden argüir (y con razón) de que la vida de todos los que. sufrieron en la guerra, el destino de los pueblos hambrientos que todavía sufren la violencia del ataque en Europa –los habitantes de Gran Bretaña, Italia, China, Polonia y los Balcanes, además de Alemania y Japón, responsables de las dificultades, y todos los que están incluidos en los resultados del ataque alemán al mundo– están más allá de toda resistencia y, por lo tanto, deben ser compartidos por los aspirantes y discípulos. En realidad es así. Pero los pensadores y trabajadores más avanzados tienen algo más que soportar que un destino común. Si éstos abren sus corazones y mentes, participarán no sólo de las dificultades que enfrentan las masas de todas partes, sino que también serán conscientes de las posibilidades espirituales, de la tarea que tienen por delante de sellar "la puerta donde se halla el mal", y de las estupendas y excepcionales circunstancias que enfrentan quienes reconocen y aceptan el inminente retorno de Cristo.

A medida que el discípulo enfrenta los acontecimientos y posibilidades internos y externos, tiende a sentir una total frustración; anhela ayudar, pero no sabe qué hacer; la comprensión de las dificultades que amenazan, el análisis de sus recursos y de aquellos con quienes trabaja, y su claridad de percepción, respecto a las fuerzas alineadas en su contra, lo inclinan a exclamar: ¿De qué servirá cualquier esfuerzo que haga? ¿Por qué no dejar a ambas fuerzas del bien y del mal, de la Logia Negra y de la Jerarquía espiritual, que luchen solas? ¿Por qué no dejar que la presión de la corriente evolutiva, oportunamente y a la larga, haga cesar la lucha y traiga el triunfo del bien? ¿Por qué tratar de hacerlo ahora?

Éstas reacciones son naturales cuando se considera el actual campo de conflicto, la codicia prevaleciente, los antagonismos internacionales y raciales y los móviles egoístas que controlan a tantas unidades nacionales, más la oscura apatía de las masas y, en particular, la creciente suspicacia y desconfianza entre Estados Unidos y Rusia –situación en la cual ambos grupos son igualmente culpables. Esta situación generadora de guerra es fomentada detrás de la escena por el poder altamente hábil y fuertemente anticomunista de la Iglesia Católica Romana, con sus planes políticos organizados –planes que se desarrollan notablemente en los Estados Unidos.

 

A éstos, el pensador inteligente añade las actividades reaccionarias en todos los países, más la lucha por el petróleo, que gobierna la política de Rusia, Estados Unidos y Gran Bretaña. Actualmente, debe agregarse a estos factores la lucha entre hindúes y musulmanes por el control de la India y también la que se libra por Palestina –fomentada por sionistas, no por judíos– donde los Sionistas evitaron que los judíos desplazados (sólo el 20% de la totalidad) descubrieran que en muchos países del mundo se les daba la bienvenida; esta lucha estaba respaldada por la codicia y no por el amor a Palestina, regida por intereses financieros, no por el espíritu humanitario que proclaman los Sionistas y obligaría a aceptar las ofertas hechas por Gran Bretaña, Canadá, Chile, Bélgica y muchos otros países.

Estos factores, cuando son comprendidos por los hombres y mujeres reflexivos, producen un profundo desaliento y un sentimiento de futilidad y desesperanza. En cambio deberían ser enfrentados con valor por medio de la verdad y la comprensión; además están dispuestos a hablar con franqueza, sencillez y amor, al exponer la verdad y al dilucidar los problemas que deben ser resueltos. Las fuerzas antagónicas del mal deben ser derrotadas antes que venga Aquel que todos los hombres esperan, el Cristo.

El conocimiento de que Él está preparado y ansioso de reaparecer públicamente ante Su amada humanidad, aumenta el sentido de frustración general, y surge otra pregunta de vital importancia: ¿Durante cuánto tiempo debemos esperar, esforzarnos y luchar? La respuesta es clara: vendrá indefectiblemente cuando se haya restablecido la paz en cierta medida, cuando el principio de participación esté por lo menos en camino de controlar los asuntos económicos y cuando las iglesias hayan comenzado a arreglar sus propios asuntos. Entonces Él podrá venir y lo hará, y el Reino de Dios será reconocido abiertamente y no será ya un sueño, ni un ideal.

Los aspirantes tienden a preguntar, ¿por qué no vendrá Cristo con la pompa y la ceremonia que la iglesia le asigna a ese acontecimiento, y con Su venida demostrar Su divino poder y probar, en forma convincente, la autoridad y la potencia de Dios, terminando así con el ciclo de agonía y sufrimiento? Las respuestas son muchas. Debe recordarse que el principal objetivo del Cristo no será demostrar Su poder, sino hacer público el existente reino de Dios. También se preguntarán ¿por qué cuando vino anteriormente no fue reconocido?; ¿hay alguna garantía de que esta vez Lo será? Quizás se pregunten ¿por qué no se Lo reconocerá? Porque los ojos de los hombres están cegados por las lágrimas de la autoconmiseración y no de la contrición; porque el corazón del hombre está aún corroído por un egoísmo que la agonía de la guerra no ha curado; porque la norma de valores es la misma que existía en el corrupto Imperio Romano que vio Su primera aparición, pero entonces esa norma de valores era local y no universal; porque aquellos que podrán reconocerlo y anhelan y esperan Su venida, no están dispuestos a hacer los sacrificios necesarios para asegurar el éxito de Su advenimiento.

Otro factor que milita contra Su reconocimiento y que sorprenderá, es el hecho de que actualmente hay un número tan grande de personas excesivamente buenas en el mundo, y tantos trabajadores y discípulos altruistas y personas realmente santas, que la rivalidad espiritual Le exigiría tal grado de santidad que Le impediría apropiarse de un cuerpo físico cuya calidad Le permitiera manifestarse entre los hombres. Esto no sucedió hace dos mil años; pero hoy sí, debido al enorme progreso humano y al éxito del proceso evolutivo. Actualmente, para que Él pueda caminar entre los hombres, es necesario un mundo que contenga suficientes trabajadores eficaces y personas de mente espiritual que cambien la atmósfera de nuestro planeta; sólo entonces, el Cristo puede venir y vendrá. Sin embargo, no les presento una imposibilidad.

El esoterismo moderno y el éxito de la vida científica espiritual han sido ahora tan ampliamente reconocidos, que la conciencia de los hombres de todas partes fue profundamente afectada; esto se acrecentará a medida que la esperanza de Su venida y la consiguiente preparación se difundan entre los hombres. Esta situación no significa divina frustración (de la cual los discípulos mundiales podrían ser el reflejo), tampoco indica la incapacidad de aparecer, sino más bien la maravilla de la divinidad humana y el éxito del Plan divino para el hombre. Sin embargo, la divinidad espera que éste exprese su libre albedrío.

Otra respuesta es que cuando el Cristo venga desde el Lugar de Poder, trayendo a Sus discípulos, los Maestros de Sabiduría, ese Lugar de Amor y de Poder estará situado en la tierra y será públicamente reconocido; los efectos de esa aparición y reconocimiento serán tremendos, y traerá una arremetida y un esfuerzo análogamente tremendo, por parte de las Fuerzas del Mal –a no ser que la humanidad misma haya sellado primero "la puerta donde se halla el mal", lo cual debe hacerse mediante el establecimiento de las rectas relaciones humanas.

Otra respuesta sobre la cual les pediría que reflexionen es, que el Cristo y la Jerarquía espiritual –cualquiera sea el incentivo– nunca infringen el derecho divino de la humanidad, de obtener la liberación luchando por ella, individual, nacional e internacionalmente. Cuando la verdadera libertad reine sobre la tierra, veremos el final de la tiranía en la política y la religión. No me refiero a la democracia moderna, que actualmente es una filosofía de buenos deseos, sino a ese estado donde gobernarán los pueblos mismos, los cuales no tolerarán el autoritarismo de ninguna iglesia, o el totalitarismo de ningún sistema o gobierno político; tampoco aceptarán ni permitirán el gobierno de ningún grupo de hombres que les diga en qué deben creer a fin de ser salvados o qué gobierno aceptar. No digo que estos objetivos deseados deban ser realidades en la tierra antes de que venga el Cristo, pero si que esta actitud hacia la religión y la política debe ser generalmente aceptada como algo necesario para todos los hombres, y que los pasos deben haberse dado con. éxito y en dirección hacia las rectas relaciones humanas.

Éstas son las cosas que el nuevo grupo de servidores del mundo, los discípulos, los aspirantes y los hombres de buena voluntad de todas partes deben creer y enseñar, como preparación para Su venida.

Por lo tanto, nada contrarresta el sentimiento de frustración (que está innegablemente presente y basado en condiciones reales), sino la aceptación y el desarrollo de un estado mental basado en la creencia de la veracidad de los registros históricos que dan testimonio a muchos advenimientos en los momentos cruciales de los asuntos humanos y a muchos Salvadores del mundo –de los cuales el Cristo fue el más grande. Una actitud correcta y constructiva debe estar también basada en el reconocimiento innato de la existencia del Cristo y de Su Presencia entre nosotros en todo momento; debe estar fundada en el conocimiento de que la guerra –con sus indecibles horrores, crueldades y desastres catastróficos– sólo fue la escoba del Padre, barriendo los obstáculos del camino de retorno de Su Hijo.

 

Debido a las condiciones de la preguerra hubiera sido casi imposible prepararse para el advenimiento. El nuevo grupo de servidores del mundo debe hoy adoptar una actitud basada en estos hechos y reconocer los factores obstaculizadores, sin dejarse frustrar por ellos; debe ser consciente de los impedimentos (muchos de ellos de orden financiero, basados en la codicia material), entonces debe emplear habilidad en la acción y perspicacia financiera para superar los obstáculos; sus miembros deben tener los ojos bien abiertos al enfrentar las dificultades mundiales y –mantener ante sí Su estrella de cinco puntas– pasar incólumes y triunfalmente a través de todos los factores frustradores.

No trato de considerar las frustraciones espirituales generales ni deseo perder el tiempo con las trivialidades comunes y las bien conocidas respuestas, que no ayudan porque siguen siendo trivialidades y no se traducen en acción. Me ocuparé sólo de dos factores, que condicionan la oportunidad actual; se los puede considerar que obstaculizan en tal forma que si no se los elimina se producirá una gran demora en el retorno de Cristo. Éstos son:

  • La inercia del aspirante común, u hombre de mente espiritual.

  • La falta de dinero para el trabajo de preparación.

Ambos obstáculos están fundamentalmente basados en una y la misma cosa: en el materialismo; uno, el materialismo del esfuerzo físico, el otro, el materialismo de la actitud mundial.

No compliquen el tema y manténganlo en el nivel donde trabaja y piensa hoy la mayoría de las personas, sean intensamente prácticos y oblíguense a ver las condiciones tal como son, llegando así a un mejor conocimiento de nosotros y de nuestros móviles.


La Inercia del Hombre Común de Mente Espiritual
El aspirante común, el hombre de buena voluntad o el discípulo, es siempre consciente del desafío de las épocas y de la oportunidad que pueden ofrecer los acontecimientos espirituales. El deseo de hacer el bien y de llevar a cabo fines espirituales, se agita incesantemente en su conciencia. Nadie que ama a sus semejantes, y sueña ver al Reino de Dios materializado en la Tierra, o es consciente aunque lentamente, del despertar de las masas a los valores espirituales superiores, está totalmente insatisfecho. Comprende que contribuye muy poco para lograr estos objetivos deseables. Sabe que su vida espiritual es una cosa secundaria que reserva cuidadosamente para sí mismo, y frecuentemente teme mencionarlo a los más allegados y queridos; trata de ensamblar su esfuerzo espiritual con la vida externa común, luchando por hallar tiempo y oportunidad para aplicarlo en forma grata, imperceptible e inocua.

 

Se siente inerme ante la tarea de organizar y reordenar sus asuntos, para que predomine el modo de vivir espiritual; busca excusas para sí, y oportunamente razona consigo mismo con tanto éxito, que llega a la conclusión de que hace lo mejor que puede, dadas las circunstancias. En verdad hace tan poco, que probablemente una y quizás dos horas de veinticuatro, abarcan el tiempo dedicado al trabajo del Maestro; se escuda detrás de la excusa de que las obligaciones del hogar le impiden hacer más, y no se da cuenta que con tacto y comprensión amorosa, su ambiente hogareño puede y debe ser el campo de su triunfo; olvida que no hay circunstancias en las que el espíritu del hombre pueda ser derrotado o el aspirante no pueda meditar, pensar, hablar y preparar el camino para la venida de Cristo, siempre que tenga suficiente interés y conozca el significado del sacrificio y el silencio. Las circunstancias y el medio ambiente no constituyen un verdadero obstáculo para la vida espiritual.

Quizás se escude en el pretexto de la mala salud y con frecuencia en males imaginarios. Dedica tanto tiempo al cuidado de sí mismo que las horas que podría dedicar al trabajo del Maestro son directa y seriamente disminuidas; se halla tan preocupado con su cansancio, su tendencia a resfriarse y su imaginaria enfermedad cardíaca, que cada vez es más "consciente de su cuerpo", hasta que domina oportunamente su vida; entonces es demasiado tarde para hacer algo. Esto ocurre especialmente con las personas que llegan a los cincuenta años o más, dificultad predominante en las mujeres. Difícilmente dejarán de emplear esta excusa, pues se sienten cansadas y doloridas y esto tiende a empeorar en el transcurso de los años.

 

El único remedio para la inercia progresiva es ignorar al cuerpo y gozar la vivencia del servicio, lo cual conduce a una vida más larga. No me refiero a una enfermedad definida o a serios impedimentos físicos, a los que debe dispensarse cuidado y atención debidos, sino a los miles de hombres y mujeres enfermizos y preocupados del cuidado de sí mismos, desperdiciando horas que podrían dedicar al servicio de la humanidad. A quienes tratan de hollar el sendero del discipulado les pido que dediquen esas horas empleadas en el cuidado de sí mismos, a servir a la Jerarquía.

Otra excusa que conduce a la inercia es el temor que tienen las personas de hablar sobre las cosas del Reino de Dios; temen ser rechazadas, consideradas raras o inoportunas. Por lo tanto, guardan silencio, pierden la oportunidad y nunca descubren cuán dispuesta está la gente a discutir las realidades, por el consuelo y la esperanza que puede traerles la idea del retorno de Cristo o de compartir la luz espiritual. Esto es esencialmente una especie de cobardía espiritual tan difundida, que es responsable de la pérdida de millones de horas de servicio mundial.

Hay otras excusas, hermanos míos, pero las mencionadas son las más comunes; liberar de estas condiciones obstaculizadoras aportaría a la mayoría de los aspirantes al servicio del Cristo (empleando el lenguaje de los gremios) tantas horas hombre y esfuerzo extra, que la tarea de quienes no admiten excusas sería grandemente aliviada y la venida del Cristo mucho más inmediata. Lo que llamamos inercia no es simplemente de naturaleza sicológica. Las cualidades de la materia o de la sustancia están involucradas. La inercia es el aspecto más lento y bajo de la sustancia material, y en la filosofía oriental se la denomina cualidad de tamas.

 

Debe ser trasmutada en una cualidad superior, la de la actividad o (en términos técnicos) cualidad rajásica, que conduce después a una cualidad superior de sattva o ritmo. No los exhorto a llevar un ritmo de vida de acuerdo al cual actúan el Cristo y la Jerarquía espiritual, y que vibra en armonía con la necesidad humana y la respuesta jerárquica. Sin embargo, los incito a demostrar actividad y no a ocultarse detrás de las excusas. Es esencial que todos los aspirantes reconozcan que en el lugar en que se encuentran y entre las personas con quienes están asociados kármicamente y con el equipo psicológico y físico que poseen, pueden y deben trabajar. No me extenderé sobre este tema. No se ejerce coerción ni indebida presión al servir a la Jerarquía. La situación es clara y simple.

 

Tres grandes actividades tienen lugar con la actualidad.

Primero, la actividad que se percibe en el "centro donde la voluntad de Dios es conocida", esa voluntad al bien que ha llevado a la creación a una mayor gloria y a una respuesta cada vez más profunda e inteligente. Esta actividad trata de producir, en forma creadora, un nuevo orden mundial, el del Reino de Dios, supervisado físicamente por Cristo. Esto podría ser considerado como la exteriorización de la Jerarquía espiritual de nuestro planeta, cuyo signo y símbolo lo constituirá el retorno de Cristo a la actividad visible.

Segundo, la actividad máxima que condiciona a la Jerarquía espiritual, desde el Cristo Mismo hasta el más humilde aspirante, situado en la periferia de ese "centro donde el amor de Dios" se halla plenamente activo. Allí es donde se comprende (expresado con las palabras de San Pablo) aquello de: "Porque sabemos que todas las criaturas gimen a una, y a una están de parto hasta ahora, esperando la manifestación de los Hijos de Dios". Para esta manifestación se preparan estos "Hijos de Dios que son los Hijos de los hombres"; para este advenimiento al servicio activo o externo, Ellos vienen uno tras otro a la actividad en el plano físico. No se los reconoce por lo que son, pero se encargan de los asuntos del Padre, demostrando buena voluntad, tratando de ampliar el horizonte de la humanidad, preparando así el camino para Aquel a Quien Ellos sirven, el Cristo, Maestro de Maestros e Instructor de ángeles y hombres.

Tercero, tenemos la humanidad misma, "el centro que llamamos la raza de los hombres", en el cual predomina hoy el caos, el tumulto y la confusión, una humanidad dolorida, perpleja y confundida, no obstante, consciente mentalmente de infinitas posibilidades, luchando emocionalmente por ese plan que cree el mejor, haciéndolo sin coherencia y sin comprender que debe ser un mundo para una humanidad. Simplemente desea paz emocional, seguridad para vivir y trabajar y visión de un futuro que satisfaga algún sentido incipiente de la perdurabilidad divina. Está físicamente enferma, privada de lo más esencial para llevar una vida normal y sana, atormentada por la inseguridad económica, invocando, consciente o inconscientemente, al Padre en bien de sí misma y del resto del mundo.

La reaparición de Cristo proporcionará la solución. Ésta es la firme voluntad de Dios; es el deseo del Cristo Mismo y de Sus discípulos, los Maestros de Sabiduría, y es la demanda inconsciente de los hombres de todas partes. Donde exista esta unidad de propósito, uniformidad de intención espiritual y demanda consciente, lo único que podría detener Su reaparición sería el fracaso del género humano en preparar el escenario para tan magno acontecimiento, allanar el camino, familiarizar a los pueblos y obtener la necesaria paz en la tierra, basada en rectas relaciones humanas.


La Falta de Apoyo Financiero para el Trabajo de Preparación
Llegamos ahora al segundo de los obstáculos principales: la falta de apoyo financiero para los trabajadores y discípulos del Cristo en todos los países, a medida que se esfuerzan por liberar la energía espiritual y poner un nuevo orden en el actual caos mundial. Ésta es quizás la mayor dificultad y a veces parece insuperable; involucra el problema de la verdadera administración económica y la orientación de sumas adecuadas de dinero hacia determinados canales, que ayuden definidamente en el trabajo de preparación para el retorno de Cristo. Por esta razón he cerrado la sección anterior de este artículo con las palabras "rectas relaciones humanas".

Por lo tanto, el problema es particularmente difícil, porque los trabajadores espirituales no sólo tienen que preparar a la gente para dar (de acuerdo a sus posibilidades), sino que en muchos casos deben proporcionar ante todo un móvil tan atrayente que se vea obligada a dar. También tendrán que proveer la institución, fundación u organización, para administrar esos fondos. Esto representa una tarea muy difícil. La encrucijada actual no radica solamente en reunir fondos para Su venida, sino en el egoísmo enraizado en la mayoría de aquellos que detentan la riqueza mundial, y cuando dan –si es que dan– lo hacen porque aumenta su prestigio o indica su éxito financiero. Debe recordarse aquí que toda generalización presupone excepciones. Por lo tanto, generalizar es simplificar excesivamente el tema. Podemos decir que los cuatro canales principales por los cuales circula el dinero son:

1. Los millones de hogares a los cuales llega en forma de sueldo, salario o herencia. Todo esto está hoy desequilibrado, existiendo excesiva riqueza o extrema pobreza.


2. Los grandes sistemas capitalistas y monopolios, en que se fundan las estructuras económicas en la mayoría de los países. No interesa si este capital pertenece al gobierno, a la municipalidad, a un puñado de hombres ricos o a grandes sindicatos. Poco se gasta en el mejoramiento de la vida humana o para inculcar los principios que conducen a rectas relaciones humanas.


3. Las iglesias y grupos religiosos de todo el mundo. Aquí (hablando nuevamente en términos generales, y al mismo tiempo reconociendo la existencia de una pequeña minoría espiritualmente orientada) el dinero es dedicado a los aspectos materiales del trabajo, a la multiplicación y preservación de la estructura eclesiástica, a los salarios y gastos generales, y sólo un pequeño porcentaje se destina realmente a la educación de los pueblos, a la demostración viviente de la realidad de Su retorno –que ha sido durante siglos la doctrina definida de las iglesias. Ese retorno se ha anticipado en el transcurso de las edades y podría haber ocurrido si las iglesias y las organizaciones religiosas de todas partes, hubieran cumplido con su deber.


4. Las obras filantrópicas, sanitarias y educativas. Todo ello ha sido muy beneficioso y necesario, y la deuda que el mundo ha contraído con los filántropos que hicieron posible estas instituciones es realmente enorme. Todo fue un paso dado en la correcta dirección y expresión de la divina voluntad al bien. Sin embargo, es dinero a menudo mal empleado y mal dirigido, y los valores desarrollados han sido mayormente institucionales y concretos, limitados por las restricciones que imponen los donantes o los prejuicios religiosos de quienes controlan el desembolso de los fondos. En medio de las querellas motivadas por ideas, teorías religiosas o ideologías, se olvida la verdadera ayuda a la humanidad una.

Pero subsiste el hecho de que si los agentes administradores (que manejan el dinero) tuvieran una visión verdadera de la realidad espiritual de la humanidad una y del mundo uno, y si su objetivo hubiese sido estimular las rectas relaciones humanas, las multitudes de todas partes responderían a una visión muy distinta de la actual; no enfrentaríamos como hoy la necesidad de gastar enormes sumas –que suman miles de millones– necesarias para restablecer físicamente no sólo el cuerpo físico de incontables millones de hombres, sino ciudades enteras, sistemas de transporte y centros responsables de la reorganización del vivir humano.

Análogamente puede decirse que si el valor y la responsabilidad espirituales otorgados al dinero (en la medida que sea) hubieran sido apreciados y enseñados debidamente en los hogares y en las escuelas, no tendríamos las espantosas estadísticas del dinero gastado en todo el mundo, antes de la guerra (y aún hoy en el hemisferio occidental), en golosinas, licores, cigarrillos, diversiones, vestimenta innecesaria y en lujo. Estas estadísticas suman cientos de millones de dólares por año. Una parte de ese dinero, cuya recaudación exigiría un mínimo de sacrificio, permitiría a los discípulos del Cristo y al nuevo grupo de servidores del mundo preparar el camino para Su venida y educar las mentes y los corazones de los hombres, a fin de establecer rectas relaciones humanas.

El dinero –así como otras cosas de la vida humana– ha sido mancillado por el egoísmo y acaparado para fines individuales y nacionales egoístas. La Guerra Mundial (1914-1945) es un ejemplo de ello, pues si bien se habló mucho de "salvar el mundo para la democracia" y de "librar una guerra para terminar con las guerras", el objetivo principal fue la autoprotección y la autoconservación, el ansia de lucro, la venganza por viejos odios y la recuperación de territorios. Los dos años transcurridos desde la guerra lo han probado. Las Naciones Unidas están ocupadas con las voraces demandas de todas partes, las intrigas de las naciones, a fin de adquirir poder y posición, y obtener posesión de los recursos naturales de la tierra: carbón, petróleo, etc., y también con las actividades de las grandes potencias y de los capitalistas.

Sin embargo, durante todo el tiempo, la humanidad una –no importa el país, color o credo– reclama paz, justicia y seguridad. Esto podría procurarse por el correcto empleo del dinero y por la comprensión, de parte de los acaudalados, de su responsabilidad económica basada en los valores espirituales. Excepto algunos filántropos de visión amplia y un puñado de estadistas, eclesiásticos y educadores iluminados, el sentido de responsabilidad financiera no se encuentra en ninguna parte.

Ha llegado el momento de revalorizar el dinero y canalizar su utilidad en nuevas direcciones. La voz del pueblo debe prevalecer, pero debe ser un pueblo educado en los verdaderos valores, en el significado de la verdadera cultura y en la necesidad de que existan rectas relaciones humanas. Por lo tanto, es esencialmente una cuestión de sana educación y de correcta preparación para la ciudadanía mundial, algo no emprendido aún. ¿Quién puede dar este entrenamiento? Rusia prepararía gustosamente al mundo en los ideales del comunismo y acapararía en las arcas del proletariado todo el dinero del mundo, produciendo el más grande sistema capitalista que jamás se haya visto; Gran Bretaña prepararía gustosamente al mundo en los conceptos británicos de justicia, juego limpio y comercio internacional, algo que realizaría mejor que ninguna otra nación, debido a su vasta experiencia.

 

Los Estados Unidos también emprenderían gustosamente la tarea de imprimir el sello de la democracia norteamericana en el mundo, utilizando sus vastos capitales y recursos y acaparando en sus bancos las utilidades de sus grandes actividades financieras, resguardándose del peligro de la bomba atómica y amenazando con "puño de hierro" al resto del mundo. Francia mantendría a Europa en un estado de intranquilidad, al tratar de reconquistar el prestigio perdido y beneficiarse en todo lo posible con la victoria lograda por las naciones aliadas. Así, hermano mío, se escribe la historia, cada nación lucha para sí misma y se valora mutuamente en términos de recursos y finanzas. Mientras tanto la humanidad sufre hambre, no posee la cultura necesaria y se le enseñan falsos valores y el mal empleo del dinero. Hasta no subsanar esta situación, no será posible el retorno de Cristo.

Ante esta perturbadora situación financiera, ¿cuál es la solución del problema? Hay hombres y mujeres en todos los países, en todo gobierno, iglesia, religión y fundación, dedicada a la educación, que pueden dar la respuesta. ¿Qué esperanzas albergan para ello y para el trabajo que se les ha confiado? ¿En qué forma pueden ayudar los pueblos del mundo, los hombres de buena voluntad y de visión espiritual? ¿Qué pueden hacer para cambiar el concepto respecto al dinero, encauzándolo hacia canales donde sea empleado correctamente? La respuesta reside en estas personas.

Hay dos grupos que mucho pueden hacer sobre esto: uno, emplea ya los recursos financieros del mundo, siempre que capte la nueva visión y advierta que el antiguo orden está bíblicamente sentenciado a ser destruido, y el otro, es el conjunto de personas buenas y generosas de todas las clases sociales y esferas de influencia. Desconocen el poder del hombre común y del ciudadano, no obstante tienen ante sí una gran oportunidad si poseen el valor y la paciencia de realizar el trabajo necesario. Los hombres de. orientación espiritual y de buena voluntad deben rechazar la idea de su inutilidad, insignificancia y futileza, y comprender que ahora, en estos momentos cruciales y críticos, pueden trabajar eficientemente. Las Fuerzas del Mal están derrotadas, aunque todavía no "ha sido sellada" la puerta detrás de la cual la humanidad puede encerrarlas, según lo predijo El Nuevo Testamento. El mundo está nuevamente en la balanza.

 

El mal busca cualquier camino disponible para un nuevo acercamiento pero –y esto lo digo con confianza e insistencia– las personas humildes, iluminadas y altruistas, existen en número suficiente como para hacer sentir su poder, si lo desean. En todo país hay millones de hombres y mujeres espiritualmente orientados que, llegado el momento de encarar globalmente la cuestión del dinero, pueden recanalizarlo en forma permanente. En todos los países existen escritores y pensadores que podrían sumar su poderosa ayuda, y lo harán si se los solicita como corresponde. Hay estudiantes esotéricos y devotos religiosos a quienes se puede apelar para ayudar en la preparación de la reaparición de Cristo, especialmente si la cooperación requerida consiste en emplear dinero y tiempo para el establecimiento de las rectas relaciones humanas y el incremento y difusión de la buena voluntad.

No se pide una gran campaña para reunir fondos, sino el trabajo desinteresado de miles de personas aparentemente insignificantes. Diría, hermanos míos, que lo que más se necesita es valor, porque debe tenerse valentía para vencer la desconfianza, la timidez y el desagrado, al presentar un punto de vista relacionado con el dinero. Aquí es donde la mayoría fracasa. Resulta relativamente fácil hoy reunir fondos para la Cruz Roja, hospitales o instituciones educativas. Es sumamente difícil hacer lo mismo para la propagación de la buena voluntad y el empleo correcto del dinero para la difusión de ideas progresistas, tales como el retorno de Cristo. Por lo tanto, repito, el primer requisito es valor.

El segundo requisito permitirá a los colaboradores de Cristo hacer esos sacrificios y arreglos para dar, hasta el límite de su capacidad; no debe ser simplemente esa capacidad adquirida para presentar el tema, sino que cada colaborador debe practicar lo que predica. Si los millones de personas, por ejemplo, que aman al Cristo y tratan de servir su causa, dieran una pequeña cantidad de dinero por año, habría fondos suficientes para realizar Su trabajo, entonces aparecerían automáticamente las necesarias organizaciones y los administradores espiritualmente orientados. La dificultad no reside en la organización del trabajó y del dinero, sino en la aparente incapacidad de la gente para dar. Por una razón u otra dan poco o nada, aunque estén interesados en una causa como la del retorno de Cristo; el temor, el derroche, el deseo de hacer obsequios y el no darse cuenta que las grandes sumas están formadas por muchas sumas pequeñas, gravitan todos en contra de la generosidad económica, y siempre dan excusas que creen adecuadas. Por lo tanto el segundo requisito es que todo el mundo dé lo que pueda.

Tercero, las escuelas metafísicas y los grupos esotéricos han prestado preferente atención a la cuestión de la orientación del dinero hacia los canales preferidos. Con frecuencia se oye la siguiente pregunta: ¿Por qué la escuela de pensamiento "Unity", la iglesia "Christian Science" y los movimientos del "Nuevo Pensamiento", pueden reunir los fondos necesarios, mientras que otros grupos, especialmente los esotéricos, no pueden hacerlo? ¿Por qué los verdaderos trabajadores espirituales son incapaces de materializar lo que necesitan? La respuesta es sencilla. Estos grupos y trabajadores que están más cerca del ideal espiritual, se hallan divididos entre sí. Su interés principal reside en los niveles abstractos y espirituales, y evidentemente no captaron el hecho de que el plano físico tiene la misma importancia cuando está motivado desde niveles espirituales.

 

Las grandes escuelas metafísicas se empeñan en hacer demostraciones materialistas y ponen tanto énfasis y están tan centralizadas en su acercamiento, que obtienen lo que piden; tienen que aprender que la demanda y su respuesta debe ser el resultado del propósito espiritual, y que lo que se pide no debe emplearse para el yo separado ni para una organización o iglesia separatista. En la nueva era que se acerca, antes del retorno de Cristo, la petición de ayuda financiera debe hacerse con el fin de establecer rectas relaciones humanas y buena voluntad, no para el engrandecimiento de una organización particular. Las organizaciones que reúnen fondos deben trabajar en una Sede que tenga un mínimo de gastos, y el personal percibir un salario mínimo pero razonable. No hay muchas organizaciones como éstas actualmente; las que existen pueden dar un ejemplo que será rápidamente seguido, a medida que aumenta el deseo para el retorno de Cristo. Por lo tanto, el tercer requisito es servir a la humanidad una.

El cuarto requisito debe ser una minuciosa explicación de la causa para la cual se solicita ayuda económica. La gente podrá tener valor para hablar, pero también tiene mucha importancia una explicación inteligente. El punto principal que debe acentuarse en el trabajo preparatorio para el retorno de Cristo, es el establecimiento de rectas relaciones humanas. Esto ya lo iniciaron las personas de buena voluntad de todo el mundo con distintos nombres. Lo único que he hecho aquí es indicar otro motivo para presentarlo.

Llegamos ahora al quinto requisito: una fe vital y firme en la humanidad como un todo. No debe sentirse pesimismo respecto al futuro del género humano, tampoco preocupación por la desaparición del antiguo orden. "Lo bueno, lo verdadero y lo bello" están en camino, y de ello es responsable la humanidad y no una divina intervención externa. La humanidad es sana y está despertando rápidamente. Atravesamos la etapa en que todo se proclama abiertamente desde los tejados –tal como Cristo predijo– y a medida que escuchamos o leemos respecto a la ola de escándalos, crímenes, placeres sensuales y lujos, tendemos a desalentarnos; es bueno que todo esto salga a la superficie y lo conozcamos. Sería análogo a una depuración sicológica del subconsciente, a la cual se somete al individuo y presagia la inauguración de un nuevo y mejor día.

Hay un trabajo que debe realizarse y deben hacerlo las personas de buena voluntad, las de instinto espiritual y las que poseen un verdadero entrenamiento cristiano. Deben inaugurar la era en que se empleará el dinero para la Jerarquía espiritual y lo harán en los niveles de la invocación. Invocación es el tipo más elevado de oración que existe y una nueva forma de demanda divina que se hizo posible por la meditación. Para este fin proporcionaré una breve fórmula de demanda espiritual, pidiéndoles que la utilicen en lugar de la plegaria, la meditación o la invocación para el dinero, empleada hasta ahora. Es breve y poderosa, pero se requiere un grupo unificado o una personalidad verdaderamente integrada para emplearla...

Nada tengo que agregar para la obtención de fondos, valor y comprensión. Si el valor que demuestra Cristo al enfrentar Su regreso a este mundo físico externo, si la necesidad de la humanidad de establecer rectas relaciones humanas y si la obra de sacrificio de los discípulos del Cristo, no son suficientes para enardecer y energetizar a ustedes y a aquellos con quienes pueden hacer contacto, todo cuanto diga será inútil.

 

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EL TRABAJO DE LAS DÉCADAS VENIDERAS
Abril de 1948

Éste es el último Mensaje de Wesak que pienso darles. En 1949, habré completado treinta años de trabajo cuidadosamente planeado y meticulosamente delineado; emprendí esta tarea de acuerdo a la ley cíclica (relacionada con la periódica divulgación de la enseñanza esotérica) a fin de ayudar a la humanidad y al trabajo de la Jerarquía, pues pertenezco a ambas.

El 19 de noviembre de 1919, hice mi primer contacto con A.A.B. (a pesar de su preocupación y consternación) y, desde entonces trabajé con ella firmemente. Los libros proyectados casi los hemos terminado; los diferentes aspectos del trabajo que eran parte de la preparación para la reaparición de Cristo, han tomado forma y deben seguir adelante con acrecentado impulso, durante los próximos veinte años.

Las dos ideas principales que constituía mi tarea llevar a la atención de la humanidad de todas partes del mundo, estuvieron bien arraigadas (si se me permite emplear tal término) y constituyen el aspecto más importante del trabajo que realicé. Estas ideas son:

1. La notificación de la existencia (hasta ahora no reconocida) del Nuevo Grupo de Servidores del Mundo, grupo efectivo de trabajadores, intermediario entre la Humanidad y la Jerarquía espiritual del planeta.

2. La afirmación hecha, últimamente, en relación con la Reaparición de Cristo y para la inmediata consolidación del trabajo de preparación.

Todo lo que hice para la Jerarquía es de importancia secundaria ante estas dos enunciaciones de realidad espiritual.

El Tomo V del Tratado sobre los Siete Rayos queda por terminar, así como el Tomo 11 de Discipulado en la Nueva Era, es todo lo que hay; por lo tanto lo que queda puede ser fácilmente realizado antes de que llegue a su fin mi plazo de treinta años. Otro trabajo me espera según la reorganización de los esfuerzos jerárquicos incidentales a la reaparición de Cristo y una más estrecha relación que será entonces establecida entre la humanidad y la Jerarquía. El trabajo de reorganización jerárquica es en la actualidad mayormente interno, y no concierne actualmente a la humanidad.

He aclarado a todos ustedes el trabajo que deben hacer y no tengo la intención en este mensaje final, de rogarles para que lo realicen –fuera de pedirles que continúen donde yo dejo. Lógicamente me refiero a mi trabajo exotérico.

A. A. B. desconocía totalmente que el trabajo que estoy haciendo ahora debía terminar definitivamente en 1949, y nada tiene que ver con su salud precaria. Sin embargo, tiene alguna relación con el hecho de que ella haya reasumido un trabajo más activo como discípulo en el Ashrama de su propio Maestro, después de veintiocho años de servicio en el mío. Antes de que comenzara el trabajo de las últimas tres décadas, sabía exactamente el tiempo de que disponía para obtener los resultados deseados por la Jerarquía, y todo fue meticulosamente llevado a cabo bajo un plan muy claramente visualizado.

Primero, fue necesario encontrar el núcleo de personas por intermedio de las cuales yo debía trabajar; por lo tanto, el primer paso era escribir ciertos libros que contuvieran la nueva enseñanza y actuaran, en consecuencia, como agentes selectivos para descubrir a quienes trabajarían en el nuevo y emergente ciclo.

El comienzo de la Escuela Arcana por A.A.B. fue solo incidental a este objetivo; su meta consiste en entrenar a esos discípulos que pueden complementar el Plan y prepararse para la reaparición de Cristo y, por lo tanto, la Escuela Arcana puede proporcionar un grupo entrenado de trabajadores.

Diez años después, empecé a expandir la serie de contactos; la enseñanza comenzó a llegar hasta los pensadores, en otros continentes. Como resultado empecé a formar mi propio ashrama y a buscar personas calificadas como discípulos en todos los países, pero que necesitaban el impacto de la influencia de un ashrama de segundo rayo. Cuando lo logré, fue posible la parte principal de la segunda década de mi trabajo y, por lo tanto, escribí un folleto titulado El Nuevo Grupo de Servidores del Mundo, donde llamaba la atención sobre el hecho de que existían en la Tierra y en cada nación, hombres y mujeres que (de alguna manera) reconocían a la Jerarquía espiritual del planeta, poseían o estaban desarrollando rápidamente la cualidad de no separatividad, y no se hallaban limitados por una organización, sino principalmente por la misma tendencia de sus ideas y por sus actividades comunes.

 

Constituían un grupo que creaban subjetiva, espiritual, práctica y abiertamente, una nueva forma de relación humana. Esta nueva relación dio por resultado mutua comprensión y colaboración mental, que no reconocen barrera ni limitaciones nacionales. En el aspecto interno del incentivo y del esfuerzo espirituales, actualmente trabajan como un solo grupo; en el aspecto externo de los asuntos mundiales, quizá no se conozcan entre sí físicamente, ni lleguen abiertamente a hacer contacto, sin .embargo están animados por los mismos principios y llevan adelante –en todas las naciones y en cada gran sector del pensamiento y del planeamiento humano– un trabajo similar.

En esta década de mi trabajo, se inauguraron dos actividades principales: la creación del movimiento de Triángulos y la formación de Hombres de Buena Voluntad, que están en víspera de una mayor actividad creadora. Constituyen un esfuerzo para energetizar y relacionar a los miembros y adherentes del nuevo grupo de servidores del mundo (particularmente organizar a las personas de buena voluntad), descubrir y movilizar a los grupos formados por el nuevo grupo de servidores del mundo en todo el mundo, a fin de fortalecerlos, iniciando un esfuerzo masivo de quienes oran, tienen buenas intenciones y creen en la divina voluntad al bien, más aquellos que la complementan por medio del amor –sin importarles lo que significa ese vago término. Así se creó el núcleo de una gran síntesis en esta segunda década y tendrá efectos duraderos en la vida y designios humanos. Debido a la frustración planetaria y a la acrecentada actividad de las Fuerzas del Mal, el trabajo de Triángulos y de los hombres de buena voluntad ha sido formulado con más lentitud de lo que se esperaba originalmente, pero no fue por culpa de ellos; este período de frustración termina dentro de poco tiempo y el resultado será un impulso grandemente acrecentado. Deberían ahora hacer sus planes para una creciente respuesta, en lo que al público respecta.

En la tercera y última década de mi trabajo, llegó el momento y la oportunidad de anunciar, en forma nueva y más enfática, lo que todas las religiones mundiales han proclamado, que –con la debida preparación y el establecimiento de una pronunciada tendencia hacia las rectas relaciones humanas– llegó el momento en que Cristo podría reaparecer y ocupar el lugar que le corresponde como Instructor del Mundo. Nunca antes había puesto el énfasis sobre el necesario trabajo de preparación. Los resultados de este pronunciamiento no han tenido tiempo todavía de hacerse sentir, pero los primeros diez años revelarán toda la importancia de lo realizado.

Con el mencionado pronunciamiento terminó mi trabajo designado; el libro* que indicará la proximidad de este acontecimiento y las líneas por las que se promoverá la nueva religión mundial, está ahora en prensa. Llamaré la atención sobre el hecho de que el concepto general de un Salvador del Mundo (siempre ligado a la función del Cristo, no importa el nombre con que se designe al excelso Hijo de Dios, en cualquier ciclo mundial) está en realidad estrechamente relacionado con la función mucho más importante como Instructor del Mundo. Las personas quieren ser salvadas, porque ignoran su propia responsabilidad inmediata, destacada definidamente por la enseñanza. Debe recordarse que la muerte simbólica en la cruz, no trae la salvación sino la enseñanza dada por Cristo. Los hombres deben salvarse a sí mismos, reaccionando y respondiendo a la enseñanza dada en toda su pureza por Cristo, algo que ustedes deberían inculcar enérgicamente; no son las interpretaciones humanas lo que salvan al hombre, sino la forma con que inicia y aplica lo que él comprende de la enseñanza. Los seguidores de Cristo deben llevar lo antedicho a la conciencia de todos los seres humanos con quienes establecen contacto.

Ésta es una breve reseña del trabajo que emprendí en nombre de la Jerarquía y del Cristo, a Quien muy reverentemente considero mi Maestro. El trabajo fue llevado a cabo con éxito; muchos de los que leen estas palabras hicieron lo posible para ayudar y esto yo no lo olvido ni la Jerarquía es desagradecida. Quizás –poseyendo una visión mental más clara– descubran que aún pueden hacer mucho más.

Pienso indicar (también brevemente) lo que deberá realizarse en las próximas dos décadas, pero primero me referiré a la situación del mundo y su condición, porque ambas obstaculizaron el esfuerzo jerárquico y particularmente lo que yo traté de hacer (llevar a cabo una gran empresa jerárquica), allanando al mismo tiempo, en forma extraordinaria, el camino para la reaparición de Cristo.

Cuando comencé el trabajo exotérico en 1919, no creí verme frustrado por la segunda guerra mundial, o más bien por la fase final de la Primera Guerra Mundial. La Jerarquía abrigaba la esperanza de que la lección fuera suficientemente severa como para forzar los cambios esenciales para el futuro del género humano. Pero la humanidad no aprendió las necesarias lecciones. Como he dicho a menudo, la Jerarquía –debido al divino principio del libre albedrío en la humanidad– no puede predecir cómo actuarán los hombres en momentos de crisis, ni puede obligar a seguir la buena senda de la vida contra el deseo normal humano, porque las buenas acciones deben llegar desde lo más profundo del pensamiento y sentimientos humanos y surgir como un esfuerzo libre y no dirigido; la Jerarquía no puede dar los pasos que impidan a los hombres cometer errores, pues los hombres por los errores cometidos se dan cuenta "a través del mal, que es mejor el bien", según lo expresó un gran poeta iniciado.

 

Todo lo que la Jerarquía puede hacer es presentar la enseñanza necesaria que dirigirá el pensamiento del hombre por líneas correctas; también señalar el camino hacia las verdaderas relaciones y, al mismo tiempo, demostrar objetivamente la índole del mal camino. La Jerarquía siempre Lo hizo. Como grupo espiritual, Sus miembros pueden estar y están contra el egoísmo, la codicia y todo lo que trata de aprisionar al espíritu humano y coartar su libertad. Para ilustrar diré que la Jerarquía se declaró en contra del totalitarismo, que expresaron las dos grandes potencias, Alemania y Japón, cuando precipitaron la segunda guerra mundial. La Jerarquía es y seguirá siendo contraria a todo aspecto de codicia y agresividad totalitarias, de cualquier tipo (sutil, no declarado o abierto), que limite la libertad del individuo, del hombre espiritual libre, cualquiera sea su etapa en la evolución.

Hacia el final de la segunda década de mi trabajo, el totalitarismo alzó nuevamente su maligna cabeza, y la Jerarquía forzosamente se opuso a este primordial principio del mal, pero nunca en contra de un grupo de seres humanos. Observen esta frase. El punto que trata de señalar es que la Jerarquía está inflexiblemente en contra de cualquier demostración del principio de no libertad, sin tener en cuenta la forma que adopte, pero está siempre de parte de la humanidad. El espíritu del mal que animaba a las acciones alemanas evocó toda posible oposición de las Fuerzas de la Luz y de su fuente, la Jerarquía.

 

Actualmente este mal totalitario se está expresando por intermedio de la planificación de la oligarquía rusa, por intermedio del movimiento sionista y de todos los grupos que tratan de encadenar y aprisionar al espíritu del hombre; pero a los pueblos dominados por esta mala influencia y a los proyectos de estos malignos grupos nunca se los considera bajó una luz distinta del resto del género humano, sino como afectados por el espejismo, o como débiles e ignorantes (que indudablemente lo son), pero jamás se los separa, en los pensamientos y planes de la Jerarquía, del resto de la humanidad. Al mal no se lo debe permitir ni consentir que triunfe, sino que debe amarse a estos desdichados e ilusos exponentes del mal, al igual que al resto de la humanidad. Esto es algo difícil de comprender para el pensador ilógico, pero expresa más verdaderamente la actitud del Cristo y de todos los que sirven Su causa.

Al introducirse la codicia y el despiadado totalitarismo en la palestra mundial, se frustró mucho de lo que yo había planeado y de lo que todos trataron de realizar; fue grandemente impedido y obstaculizado de muchas maneras el trabajo de los discípulos, pero no por la visión de largo alcance sino por la acción de corto alcance. Les pediría que no olviden esto. La visión persiste aunque esté bloqueada la acción inmediata.

Es evidente que por las indicaciones dadas y las predominantes tendencias mundiales, la codicia prevalece innegablemente en algunas de las más poderosas naciones, por lo tanto, enfrentamos otro período de frustración y de mayor dificultad mundial. El sentimiento contra Rusia es muy fuerte entre las potencias occidentales y es mayormente por su culpa, aunque se base primordialmente en dos factores principales –uno de ellos malo y el otro bueno.

La errónea reacción se basa en la misma antigua triplicidad de temor, codicia y envidia, y desde el ángulo de esas tres fases del egoísmo, es totalmente justificable. El hecho en sí constituye una dificultad mayor. Reflexionen sobre esto.

La correcta reacción se basa en la frustración de la idea o del concepto de desarrollar un mundo pacífico y unificado –un mundo en el cual no habría guerra y donde los hombres pudieran vivir mutuamente en paz y seguridad y trabajar en todas partes sin oposición alguna para establecer rectas relaciones humanas. Este supermundo y esta humanidad unificada es un verdadero ideal, pero no un proyecto factible.

Los trabajadores espirituales deberán enfrentar diversas alternativas mundiales:

1. Un total predominio de Rusia, cuyo régimen abarcaría el planeta, imponiendo su interpretación totalitaria de la doctrina comunista (porque tiene una interpretación correcta y verdadera) negando la libertad al individuo en interés del estado y –debido a la baja opinión que se tienen de las masas humanas– regimentando en todas partes su interpretación de la democracia.

2. Un mundo en donde todas las naciones vivan en un armisticio armado, prevalezca eternamente la desconfianza, y la ciencia se dedique al arte de la destrucción. En un mundo así deberá y se producirá oportunamente una explosión, que destruirá a la humanidad, tal como fue destruida anteriormente, según La Biblia y otras Escrituras mundiales y los registros jerárquicos.

3. Un mundo en el que los Estados Unidos lleguen a ser factor controlador, después de haber arrasado a Rusia, lo cual puede hacerlo si actúa ahora. Será un mundo predominantemente capitalista, regido por varias naciones, pero encabezadas por Estados Unidos. Una nación capitalista no es necesariamente mala; el capital tiene su lugar, y Rusia (el enemigo del capitalismo) de ninguna manera está libre de la tendencia capitalista. Los móviles de Estados Unidos están muy mezclados; avidez de dinero o su equivalente, tal como el petróleo y, al mismo tiempo, sinceras buenas intenciones de establecer la libertad humana en un mundo democrático –modelado, lógicamente, de acuerdo a la democracia americana. Otro de los móviles son el respeto al puño armado y al mismo tiempo el anhelo de compartir los recursos económicos, y la bondad esencial que es una fuerte característica americana –característica masiva. Esta mezcolanza de móviles producirán oportunamente un mundo muy confuso, en el cual se verá que la humanidad ha aprendido muy poco como resultado de la Guerra Mundial (1914-1945), favoreciendo el ciclo del control monetario bien intencionado.

4. Un mundo dividido en "bloques" para la ayuda mutua y la participación económica. El tratado propuesto entre Gran Bretaña, Francia y los países del Benelux, es un ensayo, aunque contaminado por móviles objetables, desde el ángulo de la Jerarquía. El principal factor que ha inducido a este tratado, es el temor, no obstante contener las simientes de la esperanza. Nada hay intrínsecamente erróneo en el hecho de que las naciones se agrupen para ayuda mutua y colaboración económica. El factor erróneo se introduce cuando se unen contra cualquier otro grupo de naciones y, por lo tanto, contra cualquier grupo de seres humanos. Esta actitud, ideada y sostenida por Rusia, ha conducido al concepto relativamente nuevo de bloques opositores. En esta línea y con esta actitud de agrupaciones antagónicas, sólo puede producirse un desastre.

Los bloques en sí pueden ser buenos y apropiados si siguen líneas de separaciones naturales, de diferencias de idioma y de distintas culturas. Pueden ser esencialmente correctos si se formaron para alcanzar metas económicas, educativas, religiosas y sociales y, por consiguiente, no deben causar alarma. Tales bloques podrían ser culturales y no militaristas, económicos y no codiciosos, y proporcionarían un movimiento normal y progresivo, lejos del nacionalismo separatista del pasado, que lleve hacia la lejana creación del Mundo Uno y de la Humanidad Una. Esto se verá algún día, después que la creación y el funcionamiento de los bloques está preparado para un supergobierno, ni puede proporcionar todavía los estadistas altruistas y entrenados que tal gobierno requeriría. Hasta ahora este concepto contiene más simientes peligrosas que útiles. No obstante, es un sueño que se materializará algún día, después que la creación y el funcionamiento de los bloques hayan probado cómo los hombres deberían trabajar y vivir juntos.

Las Naciones Unidas siguen siendo la esperanza del mundo y pueden continuar siéndolo; es un gran campo de experimentación, pero hoy están sufriendo las consecuencias de un error inicial. Ese error consistió en admitir una potencia totalitaria en su seno. Durante siete largos y terribles años las Fuerzas de la Luz combatieron al totalitarismo. En los primeros días del período de posguerra las naciones llegaron a una componenda de principios y admitieron a Rusia en las Naciones Unidas. Si hubieran tratado de unir a las otras naciones del mundo sobre la sólida base de una reforma económica, de la necesaria reorganización nacional y de los grupos regionales (término más apropiado que "bloques"), Rusia se habría visto obligada a adaptarse, porque hubiera estado en juego su propia existencia. Un error inicial puede conducir a muchas dificultades y esto es lo que enfrentan actualmente las Naciones Unidas.

He expuesto aquí las posibilidades que pueden desafiar y enfrentar el trabajo y nuevamente me niego a predecir lo que sucederá. No se me permite hacerlo. He juzgado necesario resumir la situación, porque en este mundo ustedes y todos los hombres de buena voluntad tendrán que trabajar durante los próximos veinte años; este período de estabilización, en el cual los discípulos del Cristo deben prepararse para Su reaparición, no será fácil. Durante las dos décadas venideras ustedes deberán hacer fructificar las simientes que he sembrado. Aunque no estaré trabajando activa ni externamente con ustedes y tampoco me comunicaré como lo he hecho durante los últimos treinta años, tendrán mis libros (que entonces estarán terminados) y la relación que ahora mantengo con ustedes y con todas las actividades que he ayudado a inaugurar, permanecerán básicamente las mismas; eso será más subjetivo, pero hay muchas personas en el mundo que conocen los medios para llegar hasta mí.

En Cristo, a Quien yo sirvo como discípulo, y la Jerarquía espiritual, de la cual soy miembro, se están acercando más firmemente a la humanidad; en el pasado he afirmado para alentarlos, que "la Jerarquía permanece"; hoy les digo "la Jerarquía está cerca".

El trabajo que debe realizarse en las dos décadas venideras es el siguiente, y no me extenderé sobre el mismo porque han sido entrenados para realizarlo; saben lo que debe hacerse y la responsabilidad es de ustedes –como lo será mi infalible ayuda:

1. Preparar a los hombres para la reaparición de Cristo. Éste es el primer y mayor deber. La parte más importante de ese trabajo es enseñar a los hombres –en amplia escala– a emplear la Invocación para que llegue a ser una plegaria mundial, y a enfocar la demanda invocadora de la humanidad.


2. Ampliar el trabajo de Triángulos, de manera que, subjetiva y etéricamente, la luz y la buena voluntad puedan abarcar la Tierra.


3. Promover incesantemente el trabajo de Buena Voluntad Mundial, para que cada nación pueda tener su grupo de hombres y, mujeres dedicados al establecimiento de rectas relaciones humanas. El núcleo lo poseen, deben por lo tanto iniciar la expansión. Tienen el principio de la buena voluntad presente en todo el mundo; la tarea será realmente pesada, pero está lejos de ser imposible.


4. Emprender la constante distribución de mis libros, que contienen mucha enseñanza para la nueva era. En último análisis, los libros son para ustedes las herramientas de trabajo y los instrumentos por los cuales entrenarán a sus trabajadores. Traten de que circulen constantemente.


5. Esfuércense por hacer del Festival de Wesak (en el momento de la Luna llena de Tauro) un festival universal, que sea reconocido como de valor para todos los credos. En este Festival dos Guías divinos, de Oriente y de Occidente, colaboran juntos y trabajan en la más estrecha unión espiritual; el Cristo y el Buda emplean este festival cada año como punto de inspiración para el trabajo del año próximo. Traten de hacer lo mismo. Entonces, las energías espirituales estarán excepcionalmente disponibles.

6. Descubran a los miembros del nuevo grupo de servidores del mundo donde sea posible, y fortalezcan sus manos. Búsquenlos en todas las naciones y en todas las expresiones de las distintas líneas de pensamiento y puntos de vista. Recuerden siempre que en doctrina y dogma y en técnicas y métodos, podrán diferir ampliamente de ustedes, pero en el amor a sus semejantes, en la buena voluntad práctica y en la devoción para el establecimiento de rectas relaciones humanas, están con ustedes, son sus iguales y probablemente puedan enseñarles mucho.

Y ahora, ¿qué les diré para terminar, compañeros, hermanos y condiscípulos míos? Les he dicho tanto durante los últimos años que poco queda por decir; tienen todo lo que necesitan para llevar adelante el trabajo y recibir el impulso de la Jerarquía, a través de lo que he intentado hacer. Sólo puedo decir que confío en ustedes y espero que no disminuyan sus esfuerzos. Se han dedicado y consagrado y seguirán haciéndolo, porque el acercamiento de la Jerarquía y la proximidad del Cristo demostraron ser crecientes fuentes de fortaleza.

Que la bendición de Aquel a Quien todos servimos se derrame sobre ustedes y los discípulos de todas partes, y que se dediquen plenamente a ayudar a los hombres a pasar de la oscuridad a la luz y de la muerte a la inmortalidad.

 

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